DASM Escuela de Apologetica online

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Los católicos, al proclamar nuestra profesión de fe, afirmamos que Jesucristo es el Hijo único de Dios nacido del Padre "antes de todos los siglos"; con esta fórmula el credo cristiano introduce la idea de la preexistencia de Jesús como Hijo de Dios, antes de su nacimiento, desde la eternidad.

Con el título de Hijo de Dios aplicado a Jesús la primitiva comunidad quiso señalar que Dios se ha revelado y comunicado en Jesús de Nazaret de una vez y para siempre, de modo definitivo, pleno y completo, por lo que Cristo habló y actuó en lugar de Dios, mostrando su verdadero rostro. Afirmada la filiación divina de Jesús, se planteaba otra cuestión que exigía igualmente respuesta: ¿desde cuándo surge esa especial relación entre Dios y Jesús?, ¿en qué momento Jesús es constituido por Dios como su Hijo?

 

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Tomado (excepto las notas) de
A. Colunga-G.Cordero
Biblia Comentada I, Pentateuco,
BAC Madrid (1960) pp. 92-93.

Gen 3,15, en la Vulgata, se lee así: "Inimicitias ponam inter te et mulierem et inter semen tuum et semen illius, ipsa (ella) conteret caput tuum et tu insidiaberis calcaneo eius" Este demostrativo en femenino (en vez de ipsum -él, neutro-, concertando con semen, "descendencia") parece una adaptación posterior por preocupación mariológica, pues San Jerónimo en otro lugar traduce, siguiendo a los LXX,

 

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1. Definición de "muerte"

Con el término "muerte" (lat. mors, gr. thánatos, hebr. máveth) se entiende, según la usanza bíblica, el "detenerse de la vida", de modo que "muerte" representa el contrario de "vida" (lat. vita, gr. zoé, hebr. hayyim).

 

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Pregunta de un lector: Estimado Padre, ¿podría hablarme sobre exactamente qué es para nosotros los cristianos el LIMBO?

 

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20. La divina misión confiada por Cristo a los apóstoles ha de durar hasta el fin de los siglos (cf. Mt 28,20), puesto que el Evangelio que ellos deben transmitir es en todo tiempo el principio de toda vida para la Iglesia. Por lo cual los apóstoles, en esta sociedad jerárquicamente organizada, tuvieron cuidado de establecer sucesores. En efecto, no sólo tuvieron diversos colaboradores en el ministerio, sino que, a fin de que la misión a ellos confiada se continuase después de su muerte, los apóstoles, a modo de testamento, confiaron a sus cooperadores inmediatos el encargo de acabar y consolidar la obra por ellos comenzada, encomendándoles que atendieran a toda la grey en medio de la cual el Espíritu Santo los había puesto para apacentar la Iglesia de Dios (cf. Act 20,28). Establecieron, pues, tales colaboradores y les dieron la orden de que, a su vez, otros hombres probados, al morir ellos, se hiciesen cargo del ministerio. Entre los varios ministerios que ya desde los primeros tiempos se ejercitan en la Iglesia, según testimonio de la tradición, ocupa el primer lugar el oficio de aquellos que, constituidos en el episcopado. Por una sucesión que surge desde el principio, conservan la sucesión de la semilla apostólica primera. Así, según atestigua San Ireneo, por medio de aquellos que fueron establecidos por los apóstoles como, obispos y como sucesores suyos, hasta nosotros se pregona y se conserva la tradición apostólica en el mundo entero. Así, pues, los obispos, junto con los presbíteros y diáconos, recibieron el ministerio de la comunidad para presidir en nombre de Dios sobre la grey, de la que son pastores, como maestros de doctrina, sacerdotes del culto sagrado y ministros dotados de autoridad. Y así como permanece el oficio concedido por Dios singularmente a Pedro, el primero entre los apóstoles, y se transmite a sus sucesores, así también permanece el oficio de los apóstoles de apacentar la Iglesia que permanentemente ejercita el orden sacro de los obispos. Enseña, pues, este sagrado Sínodo que los obispos han sucedido por institución divina a los apóstoles como pastores de la Iglesia, y quien a ellos escucha, a Cristo escucha, y quien los desprecia, a Cristo desprecia y al que le envió (cf. Lc 10,16).

 

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