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Tradujeron las hermanas "Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará" Sts. Peter and Paul, Brooklyn, NY

Católicos y protestantes coinciden en que para salvarse, tienen que "volver a nacer". El mismo Jesús lo dijo: "En verdad, en verdad te digo: el que no nace de nuevo no puede ver el Reino de Dios" (Jn 3,3). Pero no todos entienden del mismo modo esta frase "nacer de nuevo".

Por ejemplo, cuando un Católico dice que ha "nacido de nuevo", se refiere a la transformación que la gracia de Dios ha llevado a cabo en él durante el Bautismo. Los Protestantes evangélicos comúnmente quieren decir algo bastante distinto cuando hablan de "nacer de nuevo". Para la mayoría de ellos, convertirse en un "nacido de nuevo" sucede de este modo: El va hacia una "cruzada", donde un ministro pronuncia un emotivo discurso, revelándole su necesidad de "renacer". "Si tú crees en el Señor Jesucristo y crees que él murió por nuestros pecados, serás "nacido de nuevo", dice el predicador. Así el discípulo hace una "decisión por Cristo" y en el altar son convocados por el ministro a dirigir la "oración del Pecador". Entonces el ministro dice a todos los que rezaron la oración del pecador que ellos han sido salvados, "nacidos de nuevo". ¿Pero el ministro tiene razón? No, no de acuerdo a la Biblia.

 

Los nombres del nuevo nacimiento

Regeneración (ser "nacido de nuevo") es la transformación de la muerte a la vida que sucede en nuestras almas cuando nos acercamos a Dios por primera vez y somos justificados. El nos limpia de nuestros pecados y nos da una nueva naturaleza, rompiendo el poder del pecado sobre nosotros para que ya no seamos más esclavos, sino sus enemigos quienes debemos combatirlo como parte de la vida cristiana. (cf. Rom. 6:1; Ef. 6:11).

El menos común de estos términos es, irónicamente, "nacido de nuevo". De hecho, uno puede preguntarse si aparece alguna vez en la Biblia. La frase griega traducida a menudo como "nacido de nuevo", (gennatha anothen) aparece sólo dos veces en la Biblia: Jn 3, 3 y 3, 7; y por eso nos preguntamos cómo debe ser traducida. La palabra griega "anothen" puede ser traducida algunas veces como "de nuevo", pero en el Nuevo Testamento frecuentemente significa "de lo alto". De hecho, en la Versión "King James" las dos únicas veces que aparece la traducción "de nuevo" es en Jn 3, 3 y 3, 7; todas las otras veces se le da una diferente interpretación.

 

Otro término inusual es "regeneración". Cuando se refiere a algo que ocurre en la vida de cada creyente, solamente aparece en un pasaje de la Escritura, Tito 3, 5. En un sentido más general el fenómeno del nuevo nacimiento es descrito como la recepción de nueva vida (Rom 6,3), la recepción de la circuncisión del corazón (Rom 2, 29, Col 2, 11- 12), y la transformación en una "nueva creatura" (2 Cor 5, 17; Gal 6, 15).

 

Regeneración en Juan 3

Pero estas diferentes formas de hablar de "nacer de nuevo" tienen una cosa en común. Todas ellas señalan una misma cosa como causa de la regeneración: el Bautismo. En griego "nacido del agua y del Espíritu" se dice literalmente "nacido de agua y Espíritu," indicando un nacimiento de agua y Espíritu, más que "nacido de agua y del Espíritu," como si esto significara un nacimiento del agua y otro del Espíritu.

Cristo está hablando aquí del renacimiento del agua-y-Espíritu que tiene lugar en el Bautismo, cuando el pecador arrepentido es transformado de un estado de pecado al estado de gracia. Pedro mencionó esta transformación del pecado a la gracia cuando exhortó al pueblo "que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo" (Hch 2,38). El contexto de las sentencias de Jesús en Juan 3 deja en claro que se está refiriendo al agua del Bautismo. Hay que destacar que poco antes que Jesús enseñase a Nicodemo sobre la necesidad y el efecto regenerador del Bautismo, El mismo fue bautizado por Juan el Bautista, en circunstancias portentosas: Jesús se sumerge en el agua, cuando El es bautizado se abren los cielos, el Espíritu Santo desciende sobre El en forma de paloma, y la voz de Dios Padre habla desde el cielo diciendo "Este es mi Hijo amado" (cf. Mt 3, 13: Rom 6, 3); nosotros resurgimos del agua, simbolizando nuestra resurrección con Cristo una vida nueva (Rom 6, 4; Cor 12, 13; Gal 3, 27); y hemos sido hechos hijos adoptivos de Dios (Rom 8, 15). Después que Nuestro Señor enseñara que es necesario ser nacido de lo alto por agua y Espíritu para salvarse (Jn 3, 1) "permaneció con ellos en Judea y bautizaba" ( Jn 3, 22).

 

Y también Iglesia primitiva atestigua que la cita de Jn 3, 5 se refiere a la regeneración bautismal. Esto fue universalmente reconocido por los primeros cristianos, y enseñado unánimemente por los Padres de la Iglesia.

He aquí algunos ejemplos. En el 151 D.C. Justino Mártir escribió, "A todos aquellos que están persuadidos y creen que lo que nosotros (cristianos) enseñamos y decimos es verdadero...los llevamos donde está el agua y son regenerados del mismo modo que nosotros hemos sido regenerados. Entonces ellos reciben el baño de agua en el nombre de Dios Padre...y de nuestro Salvador Jesucristo, y del Espíritu Santo (Mt. 28,19). Porque Cristo también dijo, 'el que no nace de nuevo no puede entrar en el reino delos Cielos' (Jn 3, 3)". (I Apología, 61)

 

Alrededor del 190 D.C., Ireneo, Obispo de Lyon, escribió: "'Y (Naaman) se sumergió...siete veces en el Jordán' (2 Re 5,14). No por nada Naaman, enfermo de lepra, fue purificado al ser bautizado, sino para enseñarnos que nosotros, leprosos por el pecado, quedamos limpios, por medio del agua sagrada y de la invocación del Señor, de nuestras antiguas transgresiones, y somos regenerados espiritualmente como niños recién nacidos, según lo declaró el Señor: 'El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios' (Jn 3,5)" (Fragmento 34).

 

En el año 252, Cipriano, Obispo de Cartago, dijo que cuando los convertidos al Cristianismo "reciben el Bautismo de la Iglesia...entonces ellos quedan plenamente santificados y son hechos hijos de Dios...pues está escrito: 'El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios' (Jn 3,5)" (Cartas 71[72]:1).

Agustín escribió: "Desde el momento en que Jesús dijo: 'Excepto que un hombre nazca de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de los Cielos (Jn 3,5), y en otro lugar: 'El que pierde su vida por Mí la encontrara' (Mt 10, 39) nadie se convierte en miembro de Cristo a no ser por el Bautismo en Cristo o muriendo por El" (Sobre el alma y su origen 1,10 [D.C.419]).

 

Agustín también enseñó que "es el Espíritu quien hace posible a un niño ser regenerado...cuando el niño es llevado al Bautismo; y es a través del Espíritu que el niño así presentado "nace de nuevo". Porque no está escrito 'a menos que un hombre sea nacido de nuevo por voluntad de sus padres' o 'por la fe de aquellos que lo presentan o de quien lo bautiza'; sino 'a menos que un hombre nazca de nuevo del agua y del Espíritu Santo' (Jn 3,5). El agua, manifestando exteriormente el sacramento de la gracia, y el Espíritu efectuando interiormente el beneficio de la gracia, ambos regenerando en Cristo a aquel hombre que fue engendrado de Adán" (Cartas 98:2 [A.D. 408]).

 

La regeneración en el Nuevo Testamento

La misma verdad de que la regeneración viene a través del Bautismo es confirmada en otro pasaje de la Biblia. Pablo nos recuerda que Dios "nos salvó, no a causa de obras de justicia que hubiésemos hecho nosotros, sino según su misericordia, por medio del lavado de la regeneración y renovación del Espíritu Santo" (Tito 3,5).

Pablo también dijo "¿Ignoráis acaso que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, en su muerte fuimos bautizados? Por eso fuimos, mediante el bautismo, sepultados junto con El en la muerte, a fin de que como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros caminemos en nueva vida." (Rom 6,3-4). De hecho, la enseñanza de que nosotros en el bautismo nos unimos a la muerte y resurrección de Cristo de modo que podamos morir al pecado y recibir nueva vida a través de la resurrección espiritual, es una parte clave de la teología de San Pablo. En Col 2,11ss: "Y a vosotros, los que estabais muertos por los delitos y por la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con El" (NIV). Es de notar el énfasis que Pablo pone en este pasaje sobre nuestra resurrección bautismal y nueva vida con Cristo.

 

Los efectos del Bautismo

Con frecuencia la gente olvida el hecho de que el bautismo nos da nueva vida - nuevo nacimiento, porque tiene una visión pobre de la gracia que Dios nos da a través del Bautismo, pensando que es un mero símbolo. Pero la Escritura es clara, el bautismo es mucho más que un mero símbolo.

En Hch 2, 38 Pedro nos dice: "Arrepentíos, y bautizaos cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo". Cuando Pablo se convirtió, le fue dicho "Ahora pues, ¿por qué te detienes? Levántate, bautízate y lava tus pecados, invocando su nombre" (Hch 22,16).

 

Pedro también dijo, "una vez fueron rebeldes cuando los esperaba la longanimidad de Dios en los días de Noé, mientras se construía el arca, en la cual algunos pocos, a saber ocho personas, fueron salvados a través del agua; cuyo antitipo, el bautismo -que consiste, no en la eliminación de la inmundicia de la carne, sino en la demanda a Dios de una buena conciencia- os salva ahora también a vosotros por la resurrección de Jesucristo" (I Pe 3, 20). Así como esas ocho personas se salvaron "a través del agua", lo mismo para los cristianos, "el Bautismo... os salva ahora"! Esto no se hace por la acción física del agua ("consiste no en la eliminación de la inmundicia de la carne"), sino por el poder de la resurrección de Jesucristo, a través de los efectos espirituales del bautismo y de la súplica que hacemos a Dios para que nuestras conciencias sean purificadas. Estas citas nos muestran el poder sobrenatural que Dios ha dado al bautismo, y nos sitúan en un contexto que nos permite entender los pasajes del Nuevo Testamento que hablan de la vida nueva que se recibe en el Bautismo. El Bautismo no es un mero símbolo; es un canal de la gracia redentora de Dios.

 

Opinión de los Protestantes sobre la regeneración

Martín Lutero escribió en su breve catecismo que el bautismo "obra el perdón de los pecados, libera de la muerte y del demonio, y trae vida eterna a todos los creyentes." Su reconocimiento de que la Biblia enseña la regeneración bautismal ha sido mantenido por los Luteranos y algunas otras denominaciones protestantes. También destacados individuos, incluídos los teólogos Bautistas George R. Beasley-Murray y Dale Moody, reconocieron que la Biblia enseña la regeneración bautismal.

Muchos protestantes han abandonado esta enseñanza bíblica, substituyéndola por teorías sobre la regeneración hechas por los hombres.

Hay dos posiciones principales sostenidas por quienes niegan la enseñanza de la Escritura de que uno es nacido de nuevo a través del bautismo: La posición "Evangelista", común entre los Bautistas, y la posición "Reformada", común entre los presbiterianos. Los evangelistas dicen que uno es nacido de nuevo en el mismo momento en que comienza a tener fe en Cristo. De acuerdo a esta teoría, la fe en Cristo produce la regeneración. La posición reformada es todo lo contrario: la Regeneración produce la fe en Cristo. Protestantes reformados (por ejemplo Calvinistas, algunos de los cuales se llaman "evangélicos") suponen que Dios "secretamente" regenera a las personas, aunque ellas no se enteren de esto, y causa en ellos la fe en Cristo.

 

Los evangélicos argumentan que si una persona ha puesto su fe en Cristo debe, como consecuencia directa, ser nacido de nuevo: su fe habrá producido la regeneración. Los Calvinistas, por otra parte, argumentan que si una persona ha puesto su fe en Cristo, debe necesariamente, nacer de nuevo, porque la regeneración produce la fe.

Para defender estas teorías, Evangélicos y Calvinistas tratan de explicar los muchos e inequívocos versículos en la Biblia que evidentemente enseñan la regeneración bautismal. Una estrategia es decir que el agua en Juan 3, 5 no se refiere al bautismo sino al liquido amniótico presente en el alumbramiento. Lo absurdo es que Jesús estaría diciendo, "Debes nacer del liquido amniótico y del Espíritu." Aún el respetado "Glosario Griego Protestante", "Diccionario Teológico del Nuevo Testamento" de Kittel, demuestra que en ninguna parte, el griego antiguo, Los setenta, o el Nuevo Testamento en la versión Griega, cuando dicen agua (Griego: "hudor") se refieren al liquido amniótico.

 

Evangelistas y Calvinistas tratan de justificar su postura con los otros versículos donde la nueva vida es atribuida al bautismo sea ignorándolos o argumentando que no se está hablando realmente del agua del Bautismo. El problema para ellos es que el agua es explícitamente mencionada o implicada en cada uno de esos versículos.

Por ejemplo, en Hch 2,38 las personas son exhortadas a tomar una acción: "Bautizaos ...en el nombre de Jesucristo", lo cual no hace referencia a un bautismo interno administrado por el mismo bautizado. Hch 22,16 nos relata la conversión de Pablo, "Luego se levantó y fue bautizado. Tomó después alimento y se fortaleció. Por algunos días estuvo con los discípulos en Damasco" (Hch 9,18) En 1 Pedro 3, el agua es mencionada dos veces comparando el bautismo con el diluvio, donde ocho fueron "salvados a través de las aguas" y notando que el "bautismo ahora nos salva" por el poder de Cristo más que por la acción física del agua "removiendo la inmundicia de la carne..."

 

La posición de una regeneración anti-bautismal es simplemente insostenible. Más aún, ni siquiera tiene fundamento bíblico. Por eso, la respuesta a la pregunta "¿los católicos somos nacidos de nuevo?" es SI. Ya que todos los católicos han sido bautizados, todos los católicos han nacido de nuevo. Los Católicos deberían preguntar a los Protestantes "¿Ustedes han nacido de nuevo según el modo de la Biblia?". Si el Protestante no ha sido propiamente bautizado con agua, entonces no ha "nacido de nuevo", según el modo de la Biblia, independientemente de lo que él pueda pensar.

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