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Preámbulo

No cabe duda que a simple vista el Apocalipsis de Juan resulta un libro enigmático, cargado de símbolos que parecieran difíciles de explicar. Por esta razón, muchas interpretaciones fundamentalistas, que han tomado el texto al pie de la letra el texto, sin considerar su estilo literario, han caído en el error de encontrar falsas explicaciones y analogías atribuibles a aspectos, personajes y acontecimientos de nuestros tiempos. Otros más, de una forma más libre en su interpretación, y olvidando además del estilo literario, el contexto de la obra, han propuesto cualquier cantidad de señales contemporáneas que según ellos, justifican y dan sentido a la simbología empleada en el libro.

Entre muchos ejemplos, podemos contar el caso de la Célebre Ramera que aparece en el capítulo 17 del Apocalipsis. Olvidar el estilo literario apocalíptico del libro, e ignorar su contexto histórico, han hecho que haya quienes incluso atribuyan la descripción de esta Célebre Ramera a la Iglesia Católica, en especial a su alta jerarquía cuya sede es el Vaticano en una de las colinas romanas, dado que nuestros cardenales visten de rojo. Nada más falso. En este artículo pretendo desarrollar una breve exégesis que permita entender el correcto significado de los símbolos contenidos en las dos perícopas que comprenden el capítulo 17 del último libro de la Biblia.

 

Sería conveniente para el lector la lectura de mi artículo "666 - La Segunda Bestia del Apocalipsis" antes de leer el presente artículo.

Consideraciones teóricas

Para realizar la exégesis del capítulo en cuestión, es importante considerar los elementos que sirven como material sólido (y correcto) para interpretar este pasaje. El texto bíblico empleado en el presente artículo está tomado en su totalidad de la Edición Española de la Biblia de Jerusalén.

Género literario

El Libro de la Revelación, o Apocalipsis de Juan, pertenece al género literario "apocalíptico", que floreció en la literatura hebrea durante cuatrocientos años, desde el 200 a. C., hasta el 200 d. C. La apocalíptica depende de la literatura profética y de la sapiencial. Pero a diferencia de la literatura profética, donde el elemento esencial es "la palabra", en la apocalíptica el elemento esencial es "la visión". Otra característica del género apocalíptico es el uso abundante de símbolos. Los símbolos no son empleados para esconder algún tipo de secretos, o para disfrazar explicaciones de cataclismos finales. Las personas contemporáneas a la escritura de estos textos, estaban familiarizadas con los símbolos empleados, por lo que para ellos resultaba comprensible el verdadero significado de los apocalipsis.

Los escritos apocalípticos están desarrollados con esta estructura:

Una etapa de opresión al Pueblo de Dios.

Una etapa de castigo y destrucción del enemigo.

Una etapa de liberación, victoria y dominio del Pueblo de Dios.

Es importante distinguir la enseñanza detrás de "la visión", del relato que narra "la visión" en el Apocalipsis. El contenido apocalíptico es escatológico a la vez que histórico, por lo que su enseñanza perdura hasta el fin de los tiempos. Sin embargo, al ser histórico, su relato siempre se refiere a un tiempo inmediato concreto, pues es escrito en un tiempo de fuerte opresión. Con esta óptica ha de interpretarse el Apocalipsis (y en consecuencia el capítulo analizado en este artículo) si se quiere tener un entendimiento acertado de su significado. No obstante, con una buena hermenéutica, se puede hacer una actualización de su contenido doctrinal.

En el Primer Testamento encontramos literatura apocalíptica en Is, Ez, Jo, Zac y Dn. En el Nuevo Testamento encontramos textos apocalípticos en Mc, Mt y Lc cuando narran el discurso escatológico de Jesús; en algunos pasajes paulinos en las epístolas a los Tesalonicenses y la Primera a los Corintios, y evidentemente, en el Apocalipsis.


Claves de interpretación

Para entender no sólo el contenido de la perícopa que analizo en este artículo, sino todo el contenido del Apocalipsis de Juan, es preciso primero conocer el contenido y los símbolos del Apocalipsis contenido en el libro del profeta Daniel. A su vez, para entender los símbolos de Daniel, es preciso conocer y entender los símbolos utilizados por el profeta Ezequiel. Esto resulta de capital importancia, pues al comprender los simbolismos de Ez y Dn la exégesis del Apocalipsis de Juan resulta un proceso más sencillo y natural. No es mi intención en este trabajo hacer un recuento y dar una interpretación a la simbología de estos apartados apocalípticos veterotestamentarios. Sin embargo, lo menciono para el estudioso que guste profundizar por cuenta propia.

Los Apocalipsis son desarrollados en una época de opresión. En el caso concreto del Apocalipsis de Juan, éste fue escrito en el año 95, según se piensa generalmente. En ese tiempo, Domiciano exigía el "culto imperial" aún más que sus predecesores Vespasiano y Tito. Es en este contexto histórico donde debemos buscar el verdadero significado de los simbolismos empleados por Juan.

 

Símbolo del Matrimonio entre Dios y su Pueblo

La Alianza pactada en el Sinaí entre Yahveh e Israel, es simbolizada con el matrimonio, por sus características de amor y fidelidad perpetua. Entendiendo esto, resulta natural notar que la idolatría y la infidelidad de un pueblo a Dios eran consideradas de forma antitética, una profanación a este matrimonio. En el capítulo que discutimos en este artículo, se habla de actos de prostitución, refiriéndose precisamente a los actos de culto ajenos al culto al Dios verdadero. Es con esta óptica como ha de entenderse e interpretarse la prostitución de la que habla Ap 17.

Las Perícopas del Capítulo 17

La célebre Ramera
Ap 17,1-7

 

(1) Entonces vino uno de los siete Ángeles que llevaban las siete copas y me habló: «Ven, que te voy a mostrar el juicio de la célebre Ramera, que se sienta sobre grandes aguas, (2) con ella fornicaron los reyes de la tierra, y los habitantes de la tierra se embriagaron con el vino de su prostitución.» (3) Me trasladó en espíritu al desierto. Y vi una mujer, sentada sobre una Bestia de color escarlata, cubierta de títulos blasfemos; la Bestia tenía siete cabezas y diez cuernos. (4) La mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, resplandecía de oro, piedras preciosas y perlas; llevaba en su mano una copa de oro llena de abominaciones, y también las impurezas de su prostitución, (5) y en su frente un nombre escrito –un misterio–: «La Gran Babilonia, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra.» (6) Y vi que la mujer se embriagaba con la sangre de los santos y con la sangre de los mártires de Jesús. Y me asombré grandemente al verla; (7) pero el Ángel me dijo: «¿Por qué te asombras? Voy a explicarte el misterio de la mujer y de la Bestia que la lleva, la que tiene siete cabezas y diez cuernos.»

 

Simbolismo de la Bestia y de la Ramera
17,8-18

(8) «La Bestia que has visto, era y ya no es; y va a subir del Abismo, pero camina hacia su destrucción. Los habitantes de la tierra, cuyo nombre no fue inscrito desde la creación del mundo en el libro de la vida, se maravillarán al ver que la Bestia era y ya no es, pero que reaparecerá. (9) Aquí es donde se requiere inteligencia, tener sabiduría. Las siete cabezas son siete colinas sobre las que se asienta la mujer.

Son también siete reyes: (10) cinco han caído, uno es, y el otro no ha llegado aún. y cuando llegue, habrá de durar poco tiempo. (11) Y la Bestia, que era y ya no es, hace el octavo, pero es uno de los siete; y camina hacia su destrucción. (12) Los diez cuernos que has visto son diez reyes que no han recibido aún el reino; pero recibirán con la Bestia la potestad real, sólo por una hora. (13) Están todos de acuerdo en entregar a la Bestia el poder y la potestad que ellos tienen. (14) Éstos harán la guerra al Cordero, pero el Cordero, como es Señor de Señores y Rey de Reyes, los vencerá en unión con los suyos, los llamados y elegidos y fieles.»

(15) Me dijo además:«Las aguas que has visto, donde está sentada la Ramera, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas. (16) Y los diez cuernos que has visto y la Bestia, van a aborrecer a la Ramera; la dejarán sola y desnuda, comerán sus carnes y la consumirán por el fuego; (17) porque Dios les ha inspirado la resolución de ejecutar su propio plan, y de ponerse de acuerdo en entregar la soberanía que tienen a la Bestia hasta que se cumplan las palabras de Dios. (18) Y la mujer que has visto es la Gran Ciudad, la que tiene la soberanía sobre los reyes de la tierra.

Delimitación (Contexto Inmediato y Contexto Amplio)

 

Contexto Inmediato

El capítulo 17 del Apocalipsis está precedido por la perícopa de "Las siete plagas de las siete copas" (15,5 y 16) que marca el final de la primera parte, "Los Preliminares del Gran Día de Dios" de la segunda sección del Apocalipsis. A continuación del capítulo 17, encontramos la perícopa "Un Ángel anuncia la caída de Babilonia".

Las siete plagas de las siete copas

(15,5 y 16)

 

En esta perícopa Juan detalla una visión conformada por siete copas de las cuales siete ángeles derramarán las siete plagas de la ira de Dios:

1. Una úlcera maligna sobre los adoradores de la Bestia. Esta plaga es similar a la sexta que padeció Egipto (Ex 9,8-11).

2. El mar se convirtió en sangre, y murieron todos sus habitantes. Esta plaga es similar a la primera que padeció Egipto (Ex 7,17-21).

3. Los ríos y manantiales se convirtieron en sangre. La sangre es símbolo de los mártires. En este caso, es una especie de venganza por la sangre derramada por tantos cristianos que han muerto durante la persecución romana.

4. El sol quema a los adoradores de la Bestia. El sol era considerado fuente de la vida. En este caso, la fuente de la vida irradia un calor tan fuerte, que acaba por convertirse en fuente de la muerte.

5. Todo quedó en tinieblas. Esta copa es derramada sobre el trono de la Bestia, y el reino queda en tinieblas, símbolo de la falta de paz interior, de los trastornos mentales. Se refiere a los conflictos internos e intrigas entre las autoridades imperio.

6. Se secaron las aguas del Éufrates, dando paso a los reyes de Oriente. Se refiere a los Partos, que eran el azote del Imperio Romano.

7. Una voz del Santuario anunció "¡Hecho está!" y sobrevinieron relámpagos y truenos y un terremoto. Este cataclismo cósmico es signo de una particular intervención de Dios, de dimensiones inauditas. Recordemos que los encuentros de Moisés con Yahveh en el Sinaí estaban enmarcados por este tipo de meteoros.

Un Ángel anuncia la caída de Babilonia
(18,1-3)

En esta perícopa Juan narra la llegada de un ángel anunciando que Babilonia -la gran ramera- ha caído. Las abominaciones que narra el capítulo 17 que nos interesa en este ejercicio, no serán definitivas, y habrán de terminar.

 

Contexto Amplio

Las perícopas que nos interesan, son el inicio de la segunda parte, "El Castigo de Babilonia", de la segunda sección del Apocalipsis, "Las Visiones Proféticas". El Castigo de Babilonia está compuesto por las siguientes perícopas

La célebre Ramera (17,1-7)

Simbolismo de la Bestia y de la Ramera (17,8-18)

Un Ángel anuncia la caída de Babilonia (18,1-3)

Huída del pueblo de Dios (18,4-8)

Lamentaciones por Babilonia (18,9-24)

Cantos triunfales en el cielo (19,1-10)

Personajes
Uno de los siete ángeles

Portador de la visión de la ramera, y del juicio que le depara.

 

Juan

En esta perícopa, Juan se muestra como quien recibe una visión de parte de uno de los Ángeles, así como la explicación de esta visión.

El autor del Apocalipsis se da a conocer como Juan (1, 1.4.9; 22,8), un hombre que debido a su fe cristiana sufría el exilio en la isla de Patmos, una colonia penal de Roma. Pese a su nombre, es difícil pensar que el autor de este libro es Juan el Apóstol, o el mismo (o los mismos) autor del cuarto Evangelio o de las cartas joaninas. Él mismo no habla de sí como del apóstol ni como autor de estos textos. Algunos Padres de la Iglesia lo identificaron con el apóstol, seguramente por la afinidad del nombre, incluyendo a Justino, Ireneo, Clemente de Alejandría, Tertuliano e Hipólito. Sin embargo, otros como Eusebio de Cesarea, Cirilo de Jerusalén e incluso Gregorio Nacianceno y Juan Crisóstomo, negaron este hecho. El vocabulario, la gramática y el estilo hacen dudoso que el Apocalipsis fuera compuesto por las mismas personas responsables de los demás textos neotestamentarios firmados por "Juan". Por otro lado, existen similitudes lingüisticas y afinidades teológicas con el cuarto evangelio que hacen suponer que el autor del último libro de la Biblia bien pudiera haber sido discípulo de Juan el Apóstol.


La Ramera

La Ramera fornica con todos los reyes de la tierra, y se sienta sobre grandes aguas, pero posteriormente será juzgada por sus obras. Es el personaje central de este capítulo.
La Bestia

Una de las bestias del Apocalipsis. Sobre ella se sienta la Ramera. Esta bestia ha sido y ya no es más, sin embargo, habrá de volver.
Los reyes de la tierra

Fornican con la Ramera, se someten a ella.
Los habitantes de la tierra

 

Se embriagan con las obras prostitución de la Ramera.
Diez reyes

De manera voluntaria, se someterán a la Bestia. Sin embargo, su poder será tan breve como una hora.
El Cordero

El Cordero y los suyos habrán de vencer finalmente las afrentas de los diez reyes que se han sometido a la Bestia voluntariamente.
Los llamados y elegidos y fieles

Los fieles al Cordero, que finalmente vencerán el dominio de la Bestia.
Pueblos, muchedumbres y naciones

Simbolizados por las aguas en que se sienta la Ramera, son todos aquellos sometidos por ella.

Interpretación de las Perícopas del Capítulo 17

 

(1) Entonces vino uno de los siete Ángeles que llevaban las siete copas y me habló: «Ven, que te voy a mostrar el juicio de la célebre Ramera, que se sienta sobre grandes aguas,

Jeremías había hablado de forma muy similar a esta visión, a los caldeos cuando anunció la caída de Babilonia, que representaría para Israel el regreso del exilio. (cfr Jer 50,38; 51,13). Por su parte, el profeta Nahúm había amenazado a Nínive por crímenes similares a los de la "célebre ramera" de este pasaje, y también la tachó de ser una ciudad "prostituta", contraponiéndola a Israel, la esposa de Yahveh (cfr Na 3,4).

En esta misma tónica nos habla el autor del Apocalipsis. La única ciudad contemporánea a este libro, que puede recibir este título por su persecución a los fieles a Dios, y sus pecados, es Roma. Más adelante el mismo autor dará claves irrefutables sobre su referencia a la capital del Imperio Romano.

Vemos pues que la constante en estos relatos es la misma: la infidelidad de los pueblos a Dios desembocará en su caída.

 

(2)
con ella fornicaron los reyes de la tierra, y los habitantes de la tierra se embriagaron con el vino de su prostitución.»

En este versículo, se habla de los reyes y habitantes de pueblos paganos, que se sometieron voluntariamente al culto imperial.

Isaías se refirió a Tiro exactamente en estos mismos términos (cfr Is 23,17). Jeremías por su parte describió a Babilonia con la metáfora de una copa de oro que embriagaba a toda la tierra, y de cuyo vino bebieron todas las naciones hasta enloquecer (cfr Jer 51,7).

Para entender el fuerte uso de los verbos en este pasaje, hay que recordar que en el A.T., debido a la Alianza entre Dios y su pueblo, equivalente a un matrimonio, la idolatría era considerada como el equivalente precisamente al adulterio o a la fornicación. Entendiendo esa metáfora se comprende el sentido del pasaje. A este respecto recomiendo revisar Ez 16,1-58.

 

(3) Me trasladó en espíritu al desierto. Y vi una mujer, sentada sobre una Bestia de color escarlata, cubierta de títulos blasfemos; la Bestia tenía siete cabezas y diez cuernos.

Parte de la visión es idéntica a 13,1. Juan es trasladado al desierto, que es empleado para simbolizar el lugar donde habitan los animales inmundos. En el Levítico Aarón habría de separar dos machos cabríos, y tras echar suertes, inmolaría uno para Yahveh en el altar y soltaría al segundo vivo en el desierto, morada de Azazel, un demonio que según los cananeos y los antiguos hebreos habitaba en el desierto, cuya aridez no era propicia para que Dios ejerciera su actividad fecundante (cfr Lv 16,6+).

 

(4) La mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, resplandecía de oro, piedras preciosas y perlas; llevaba en su mano una copa de oro llena de abominaciones, y también las impurezas de su prostitución,

Vemos aquí una referencia a la gran opulencia de los emperadores romanos, y al culto imperial.

Nuevamente, se hace alusión a la copa como la que usó Jeremías para describir a Babilonia (cfr Jr 51,7).

 

(5) y en su frente un nombre escrito –un misterio–: «La Gran Babilonia, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra.»

Tras emplear los símbolos usados por los profetas, el autor del Apocalipsis revela el nombre de Babilonia, que utiliza como símbolo para referirse a Roma. El autor no da el nombre verdadero de la ciudad, sino que se vale de un símbolo, como es propio del estilo apocalíptico.

 

(6) Y vi que la mujer se embriagaba con la sangre de los santos y con la sangre de los mártires de Jesús. Y me asombré grandemente al verla;

Roma se embriagaba con la sangre de los santos, referencia a la terrible persecución a los cristianos que provocó muchas muertes. Los mártires morían mientras los romanos se deleitaban (embriagaban) contemplando el sangriento espectáculo del circo. Ezequiel se había quejado de Jerusalén de forma similar en el pasado (cfr Ez 16,36-38; 23,37-45).

 

(7) pero el Ángel me dijo: «¿Por qué te asombras? Voy a explicarte el misterio de la mujer y de la Bestia que la lleva, la que tiene siete cabezas y diez cuernos.»

En la siguiente perícopa se encontrarán pistas dadas por Juan para revelar los símbolos que ha venido empleando.

 

Simbolismo de la Bestia y de la Ramera
(8) «La Bestia que has visto, era y ya no es; y va a subir del Abismo, pero camina hacia su destrucción. Los habitantes de la tierra, cuyo nombre no fue inscrito desde la creación del mundo en el libro de la vida, se maravillarán al ver que la Bestia era y ya no es, pero que reaparecerá.

La Bestia es muy seguramente Nerón (ver mi artículo "La Segunda Bestia del Apocalipsis – 666"). Este versículo dice que la bestia "fue", "ya no es" y "subirá del Abismo". Según una leyenda de ese tiempo, en el año 68, cuando Nerón se suicidó, muchos pensaban que realmente no había muerto, sino que había huido al país de los Partos. Esperaban que pronto volvería, esta vez encabezando un ejército para cobrar venganza de sus enemigos y recuperar el poder en Roma. Esta leyenda fue llamada "Nerón redivivo" o "Nerón vuelto a la vida". Sucedió entonces que aparecieron varios falsos nerones, por lo que esta leyenda corrió entre judíos y cristianos. Pero al pasar el tiempo y ver que Nerón realmente no regresaba, se llegó a pensar incluso en que Satanás se aparecería en forma de Nerón, o que incluso Satanás resucitaría a Nerón vivo.

Este versículo encuentra paralelo en 13,3-4. La repetición de la descripción de la bestia en dos pasajes hace pensar en dos redacciones distintas que después fueron juntadas en la redacción final del Apocalipsis.

 

(9) Aquí es donde se requiere inteligencia, tener sabiduría. Las siete cabezas son siete colinas sobre las que se asienta la mujer. Son también siete reyes:

El autor da pistas para comprender a quién se refiere al emplear los símbolos apocalípticos (cfr. 13,18). Habla de siete colinas, lo que hace pensar en Roma, precisamente "La Ciudad de las Siete Colinas".

 

(10) cinco han caído, uno es, y el otro no ha llegado aún. y cuando llegue, habrá de durar poco tiempo. (11) Y la Bestia, que era y ya no es, hace el octavo, pero es uno de los siete; y camina hacia su destrucción.

Se habla en estos dos versículos de la Bestia de 13,18, aquella cuyo número es el 666, es decir, Nerón (ver comentario sobre versículo 8).

 

(12) Los diez cuernos que has visto son diez reyes que no han recibido aún el reino; pero recibirán con la Bestia la potestad real, sólo por una hora.

Este versículo recuerda la cuarta bestia del sueño de Daniel. Cuando el sueño es interpretado a Daniel, se le explica que los diez cuernos en la cabeza de esta bestia son diez reyes como en este caso (cfr. Dn 7,24). En el caso del Apocalipsis, estos reyes tendrán un gobierno muy breve, según este versículo.

 

(13) Están todos de acuerdo en entregar a la Bestia el poder y la potestad que ellos tienen.

 

De forma voluntaria estos reyes se someterían al Culto Imperial.

(14) Éstos harán la guerra al Cordero, pero el Cordero, como es Señor de Señores y Rey de Reyes, los vencerá en unión con los suyos, los llamados y elegidos y fieles.»

Con el título de Rey de Reyes y Señor de Señores nombra Pablo a Dios cuando escribe por primera vez a Timoteo (cfr. 1 Tim 6,15).

Los reyes mencionados con sus imperios, perseguirán al pueblo de Dios. Pero Dios junto con su pueblo elegido, linaje escogido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido (cfr. 1 Pe 2,9) habrán finalmente de vencer a los reyes paganos que se han sometido al Imperio Romano, y al Imperio Romano mismo.

 

(15) Me dijo además:«Las aguas que has visto, donde está sentada la Ramera, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas.

 

El autor se refiere a todos los pueblos que han sido sometidos bajo el yugo del Imperio Romano.

(16) Y los diez cuernos que has visto y la Bestia, van a aborrecer a la Ramera; la dejarán sola y desnuda, comerán sus carnes y la consumirán por el fuego;

Se habla aquí de los conflictos internos en el gobierno de Roma, y en las guerras que harán menguar su poderío.

 

(17) poque Dios les ha inspirado la resolución de ejecutar su propio plan, y de ponerse de acuerdo en entregar la soberanía que tienen a la Bestia hasta que se cumplan las palabras de Dios.

Dios permite que todo esto suceda, sin embargo, el poder del Imperio Romano no prevalecerá. La palabra de Dios habrá de cumplirse y predominará sobre la persecución del Imperio.

 

(18) Y la mujer que has visto es la Gran Ciudad, la que tiene la soberanía sobre los reyes de la tierra.

Alusión clara y concreta a Roma, la capital del Imperio más poderoso del tiempo en que fue escrito el Apocalipsis, y que por su gran expansión ejercía soberanía sobre una gran cantidad de pueblos.

Actualización

La fe de los cristianos se ve sometida a duras pruebas planteadas por las situaciones mismas de la vida cotidiana: la promoción de antivalores, de la promiscuidad, del materialismo, seducen a muchos. Sin embargo, Cristo el Cordero, junto con los que son fieles a él, habrán de vencer finalmente todas estas insidias.

 

Conclusión

Comprendiendo el significado del matrimonio de Dios con su pueblo, se puede entender en contraparte la prostitución del Imperio Romano que hizo que muchos pueblos le rindieran culto, y que persiguió al cristianismo precisamente por rechazar estas prácticas, permaneciendo fieles a su alianza matrimonial con Cristo Jesús. Es por esta fidelidad, que al final, pese a la persecución y muerte de muchos cristianos, finalmente el Imperio Romano perdió su poder como "dios imperial", llegando incluso con el paso del tiempo, a proclamar al cristianismo como religión oficial del Imperio, bajo el reinado de Constantino.

El Apocalipsis de Juan fue escrito en el contexto de la persecución cristiana por el Imperio Romano. Es en ese contexto donde encuentra el verdadero significado de sus símbolos. Pero no hay que olvidar que el Apocalipsis, siendo no sólo una obra literaria, sino la palabra de Dios, tiene también un sentido y enseñanza de índole escatológica. Es por ello que lo que debemos aplicar de este libro en nuestros tiempos, que tantas veces ponen a prueba nuestra cordura cristiana, es la enseñanza de fe y esperanza desarrolladas en el texto, más que el pretender emplear los símbolos empleados en el texto como referencias a eventos cataclismicos que hemos de padecer.

El Apocalipsis, incluyendo por supuesto el capítulo analizado en este artículo, no es una obra de carácter destructivo. Antes bien, es un texto que ante todo, alienta a la esperanza segura de que la verdad de Dios prevalecerá sobre todos los males de la tierra.

Referencias bibliográficas

EDICION ESPAÑOLA DE LA BIBLIA DE JERUSALEN. Desclee de Brouwer, Bilbao, 1998.

THE NEW AMERICAN BIBLE. Catholic Bible Press, Nashville, 1987.

Carrillo, S., EL APOCALIPSIS. Instituto de Pastoral Bíblica, México, 1998.

Pérez, M., LA SEGUNDA BESTIA DEL APOCALIPSIS - 666. http://www.apologetica.org

© Mauricio Israel Pérez López, 2000