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Por: Jorge Ramirez

 

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La Intercesión de los santos es una doctrina que está ligada con la oración por los muertos, la veneración de las reliquias sagradas, el alma inmortal, si hay no hay conciencia en la sepultura.

 

Sin entrar mucho en detalle, veamos rápidamente a ver cuales los pasos para explicarle la doctrina de la intercesión de los santos con la Biblia.

En seguida analizaré algunas de las críticas más comunes utilizadas por los protestantes contra esta doctrina.

 

1. Comunión e intercesión

 

Lo primero será distinguir entre la comunión de los santos y la intercesión de los santos.

 

2. Iglesia y el Cuerpo de Cristo.

 

El segundo paso es entender que la Iglesia y Cristo forman un solo cuerpo místico.

 

3. Hay un es solo Cuerpo

 

Luego probaremos que Jesús tiene un solo cuerpo místico, no dos ni tres.

 

4. El Cuerpo es indestructible

 

La Iglesia está unida a Cristo, y al formar una sola cosa con El “no existe división para sus miembros” 1 Corintios 12:25″

 

5. Los bienes compartidos

 

Dentro del Cuerpo de Cristo todos los santos del cielo tierra y Purgatorio comparten bienes espirituales y se preocupan unos por otros. Efesios 4:15-16.

Según la enseñanza del concilio de Trento sesión XXV sobre la invocación, veneración y reliquias de los Santos, y de las sagradas imágenes en resumen enseña lo siguiente.

 

1. Que la invocación de los santos no es absolutamente necesaria para la salvación de cada uno, pero es “buena” y “útil”.

 

2. En segundo lugar, que la ayuda no llega a nosotros directamente de los santos mismos, sino de Dios, a través de su intercesión y oraciones.

 

3. En tercer lugar, que Jesucristo es el único y único Mediador entre Dios y los hombres, y que la intercesión y las oraciones de María y los santos derivan toda su eficacia y poder de solo de Dios.

 

1. Comunión e intercesión de los santos.

 

Lo primero que tenemos que hacer para explicar esta doctrina, es notar la diferencia entre comunión de los santos y la intercesión de los santos.

 

La Comunión De Los Santos básicamente significa “participación en lo común” “participar en lo que los santos tienen en común”.

 

Interceder por otro lado es cuando uno habla en favor de otra persona. Según El Diccionario De La Real Academia Española, interceder es: “Hablar en favor de alguien para conseguirle un bien o librarlo de un mal”.

 

Interceder por lo tanto es simplemente pedirle a alguien que abogue por ti, mientras que comunión implica una participación en algo común.

 

Cuando los católicos oramos a los santos, no consideramos nuestras oraciones como una adoración. A Pesar que orar es un acto de adoración a Dios, orar no siempre tiene esta connotación. Rezar o orar significaba también pedir, suplicar, implorar. (RAE)

 

Según Jimmy Akin debido a la influencia protestante en el inglés estadounidense, la palabra “orar” se restringió a actos de adoración a Dios. Sin embargo, este no era su significado original.

 

2. La Iglesia es el cuerpo de Cristo.

 

El siguiente paso será mostrar que la Iglesia es el cuerpo de Cristo. Se pueden hacer la siguiente pregunta: “¿Tu crees que la Iglesia es el Cuerpo de Cristo?” Seguramente responderá que sí. Luego se pueden citar los siguientes textos de apoyo:

 

“Porque nadie aborrece jamás su propia carne; antes bien, la alimenta y la cuida con cariño, lo mismo que Cristo a la Iglesia, pues somos miembros de su cuerpo.” (Efe 5.29–30).

 

“Él es también la cabeza del cuerpo, de la Iglesia.” (Col 1.18).

 

“¿No saben que sus cuerpos son miembros de Cristo?” (1 Cor 6.15).

 

3. Jesús tiene un es solo Cuerpo Místico.

 

Luego se procederá a mostrar que Cristo no tiene dos cuerpos una aquí en la tierra y otro en el cielo.

 

“Por tanto, muchos son los miembros, mas uno el cuerpo.” (1 Cor 12.20).

 

“Y que la paz de Cristo reine en sus corazones, pues a ella han sido llamados formando un solo cuerpo.” (Col 3.15).

 

“Anuló en su carne la Ley con sus mandamientos y reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo”. (Ef 2.15–16).

 

“Mas el que se une al Señor, se hace un solo espíritu con él.” (1 Corintios 6.17)

 

4. La Muerte no destruye la comunión.

 

El cuarto paso será mostrar que la muerte no puede separar a los cristianos de Cristo. Cristo fue muy claro cuando dijo: “…el que vive y cree en mí, no morirá jamás”. (Jn 11.25–26).

 

Y San Pablo: “¿Qué nos separará del amor de Cristo? “Estoy convencido de que ni la muerte ni la vida podrá separarnos” (Rom 8.35-39).

 

“Cómo lo habéis visto bien, hay en efecto dos personas diferentes y no obstante, no forman más que una en el abrazo conyugal… Como cabeza él se llama “esposo” y como cuerpo “esposa”.

 

San Agustín, Enarratio in Psalmos, 74, 4

 

5. Los santos comparten bienes espirituales.

 

Esto se puede ver muy claro en la Biblia. Pero estos bienes espirituales que se comparten se comparten también entre los vivos y los muertos.

 

“Lo que hemos visto y oído, se lo anunciamos, para que también ustedes estén en comunión con nosotros. Y nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo.” (1 Juan 1.3)

 

“crezcamos en todo hasta Aquel que es la Cabeza, Cristo, de quien todo el Cuerpo recibe trabazón y cohesión por medio de toda clase de junturas que llevan la nutrición según la actividad propia de cada una de las partes”. (Efe 4:15-16)

 

“Para que no hubiera división alguna en el cuerpo, sino que todos los miembros se preocuparan lo mismo los unos de los otros. (1 Cor 12.25).

 

La copa de bendición que bendecimos, ¿no es acaso comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo? Porque uno solo es el pan, aun siendo muchos, un solo cuerpo somos, pues todos participamos del mismo pan. (1 Co 10.16–17).

 

Los santos están conscientes.

 

Pero la Biblia deja muy claro que las personas siguen conscientes más allá la muerte.

 

“Los cuatro Vivientes y los veinticuatro Ancianos se postraron delante del Cordero. Tenía cada uno una cítara y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los santos.” (Apocalipsis 5:8)

 

Aquí se nota que los 24 ancianos que tradicionalmente se han identificado como seres humanos [porque son ancianos presbíteros πρεσβυτέρους] son santos, visten túnicas blancas que representan la victoria sobre el pecado, que han vencido la guerra espiritual (Apo 3:4). Y están plenamente conscientes de las oraciones de otros santos.

 

Los santos son como ángeles.

 

En Mat 18.10. dice Jesús que los ángeles guardianes de los niños; “ven continuamente el rostro de Dios”. En (Mat 22.30) dice que los justos “serán como ángeles”.

Si los ángeles en el cielo están viendo constantemente el rostro de Dios y por medio de eso se enteran de los acontecimientos de los niños pequeños, entonces los santos que “son como ángeles” también se enteran.

 

En (Mat 17.2–3) aparecen Moisés y Elías y dialogan con Jesús. Esto supone que existe una comunicación constante entre Cristo y sus santos, y que además son partícipes de los asuntos terrenos.

 

Los santos no son omniscientes.

 

Una de las críticas en contra de la intercesión de los santos es que según esto, los santos no son omniscientes, es decir, no tienen la capacidad de Dios de conocer todas las cosas.

 

Crítica: “María y los santos no son omniscientes. Aún glorificados en el Cielo, ellos son seres finitos con limitaciones.” “¿Como pueden escuchar miles de oraciones que los fieles cristianos dirigimos a ellos pidiendo su ayuda?

 

Replica: Los santos gozan de cualidades y capacidades superiores a las nuestras. Por ejemplo, están libres del tiempo y del espacio.

 

Tampoco están sujetos a los deseos desordenados de la carne, además sus mentes gozan de una claridad perfecta.

 

Patrick Madrid dice: “Se podría decir que no toma nada de tiempo escuchar todas esas oraciones porque los santos no tienen [o les afecta] el tiempo.”

 

La Biblia nos informa que nuestras capacidades intelectivas para conocer serán aumentadas tras la muerte: “Ahora vemos en un espejo, en enigma.

 

Entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de un modo parcial, pero entonces conoceré como soy conocido.” (1 Cor 13.12).

 

Por tanto, aunque los santos en el cielo no son omniscientes, sus capacidades intelectuales superan por mucho las nuestras.

 

Ellos no ven como en un espejo o de modo parcial como nosotros, gozan de un conocimiento superior que el nuestro; porque ya no están atados a las limitaciones del cuerpo.

 

Los santos no escuchan lo secreto.

 

Crítica: “¿Cómo es posible que puedan escuchar las oraciones que se hacen en el silencio del corazón?”

 

Santo Tomás dice que “a los bienaventurados [en el cielo] se les manifiesta en el Verbo lo que les conviene conocer de nuestras cosas. Incluso de cuanto se refiere a los movimientos internos del corazón.” (Suma teológica II- Iiae, 83, art. 4, ad 2)

 

Dios se les da a conocer porque los santos participan del conocimiento de Dios, al estar ya plenamente unidos a Dios en el cielo.

 

En Apocalipsis 7.13–17 uno de los anciano tiene pleno conocimiento del culto que la gran muchedumbre ellos ofrecen a Dios y de su porvenir. “Ya no tendrán hambre ni sed; ya no les molestara el sol ni bochorno alguno.” (Apo 7.15–17).

 

Otro texto donde se deduce que los santos en el cielo tiene participan del conocimiento divino es este: “Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.” (Luc 15.3–7).

 

Entonces, si hay regocijo entre los ángeles y santos del cielo por cada pecador que se arrepiente, entonces es lógico suponer que Dios se los comunica para que se enteren y participen todos en el cielo de ese gozo.

 

¿Rezar es adorar?

 

Crítica: “Una de las formas de adorar a Dios es por medio de la oración, y adorar a alguien que no sea Dios va totalmente en contra de las enseñanzas de la Biblia (Jn 4:23, 24; Apo 19:9,10) por lo tanto se debe orar solo a Dios.”

 

Aunque una de las formas principales para adorar a Dios es a través de la oración, sin embargo la oración no se restringe solo a adorar a Dios.

 

Santo Tomás dice que “la oración puede ser dirigida a alguien de dos maneras: la primera, como para que él personalmente conceda lo que se pide; la segunda, para que por la mediación de otro solicitar algo de él.” (Suma Teológica, II-IIae. 83, 4.)

 

La oración que dirigimos a los santos tiene que ver con el segundo modo es decir: solicitando algo por la mediación de otro. Esto implica un acto de confianza, no un acto de adoración.

 

La teología protestante ha modificado el significado de la palabra “orar”, esta palabra se ha convertido en sinónimo de adoración para muchos protestantes, pero ese no era el uso original del término.” “Orar” significaba originalmente simplemente “pedir”.

 

Si lees el Catecismo (u otros documentos católicos oficiales), por lo general no encontrará frases como “orar a los santos” o expresiones similares. Lo que la Iglesia usa normalmente en su lugar es la frase “intercesión de los santos” (cf. CIC 956, 1434), que expresa con mayor precisión lo que los católicos piden cuando “rezan a los santos.” (Jimmy Akin, A Daily Defense Dia 268)

 

¿Porque no orar directo a Dios?

 

Crítica: “Se lee en Mat 7.7–11: “Pidan y se les dará; busquen y hallarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.” Luego no hace falta pedir a otro a favor nuestro cuando podemos ir personalmente a Dios.

 

Como ya vimos en la respuesta anterior, las dos formas de dirigir la oración no son mutuo-excluyentes. Es decir, podemos pedir directo a Dios, y también pedirle a otro para que ruegue a Dios por nosotros: (1 Tim 2.1–2; Ef 6.18–20; Stg 5.14–20; Rom 15.30).

 

Santo Tomás de nuevo nos ofrece una hermoso razonamiento para pedir los unos por los otros: “debemos pedir en la oración lo que debemos desear, pero debemos desear bienes no solo para nosotros, sino también para los demás, pues esto pertenece a la esencia misma del amor al prójimo.” (Suma Teológica, II-IIae)

 

Crítica: “En Lucas 11:2 Jesús enseña a orar diciendo: “Cuando oren, digan: ‘Padre, santificado sea tu nombre’. Esto indica que cuando oremos, hemos de dirigirnos sólo a Dios Padre”.

 

Dice que cuando oren digan: ‘Padre, santificado sea tu nombre’ mas no dice que debemos orarle solo al Padre. Son dos cosas distintas.

 

Escribe San Cipriano: “La razón por la que no decimos Padre mío, sino nuestro, y dame, sino danos, es porque el maestro de la unidad no quiso que las súplicas se hiciesen con carácter privado, o sea, que cada cual pidiese solamente para sí. Quiso, más bien, que orase uno por todos, lo mismo que El siendo uno, a todos nos llevó en sí.” Ibidem, II-Iiae, 83, 7

 

Dios escucha a todos por igual.

 

Crítica: “Dios no responde las oraciones basándose en quién es quién ora. Es decir, no importa que sea María o algún santo, Dios atiende a todos por igual, pues Dios no hace acepción de personas (Hech 10.34).”

 

Dios no hace acepción de personas en cuanto a impartir su justicia, respecto a atender la oración Dios si hace acepción. Escribe San Juan: Sabemos que Dios no oye a los pecadores, pero al que es piadoso y hace su voluntad, a ése le oye. (Jn 9.31).

 

Y Santiago también dice: “La oración ferviente del justo tiene mucho poder.” (Stg 5.16) Luego entonces si la oración del justo tiene mucho poder, entonces las oraciones de quien no es justo o menos justo tiene menos poder.

 

San Pedro por eso escribe: “Pues los ojos del Señor miran a los justos y sus oídos escuchan su oración, pero el rostro del Señor contra los que obran el mal.” (1 Pedro 3:12)

 

Ojo que con esto no digo que Dios no escucha al pecador como dice San Agustín: “Si Dios no escuchara a los pecadores, en vano habría dicho el publicano: “Dios, ten misericordia de mí, pecador” (Tratado sobre Juan 44.). Sino que es mentira que Dios no tiene en cuenta quien es el que ora.

 

Basta estar de acuerdo a su voluntad.

 

Crítica: “Dios contesta todas las oraciones, basta que en que lo que se pida vaya de acuerdo a Su voluntad, pues según se lee: “Esta es la confianza plena que tenemos en él: que si le pedimos algo según su voluntad, nos escucha” (1 Jn 5.14).

 

Pero por lo general no todos pedimos de acuerdo a la voluntad divina, como dice en (Santiago 4:3). Por eso el hecho que a todos escuche, no es el hecho que a todos atienda de la misma manera.

 

Santo Tomás por eso dice: “Sin la gracia santificante no es meritoria la oración, lo mismo que no lo es ningún otro acto virtuoso.” (Suma Teológica, II-IIae. 83,15)

Hay muchas cosas que está dentro de la voluntad de Dios conocer: trabajo, salud, placer y hasta cierta riqueza. Pero muchas veces nosotros no estamos en la condición de merecerlas.

 

¿Para qué pedir a un muerto?

 

Crítica: “Un cristiano aquí en la tierra puede pedir a otro que ore a Dios a favor de él, pero eso es muy distinto de orar a alguien que supuestamente está en el cielo para que le transmita a Dios nuestra petición”.

 

No existe ninguna diferencia entre pedir a un compañero cristiano que ore por nosotros ante Dios, y pedirle a un santo en el cielo que ore por nosotros, la dinámica es la misma.

 

Orar no se trata de “darle a Dios más información”, ni tratar de que cambie de parecer. Orar más bien es una forma de entrar en comunión con Dios. Santo Tomás lo pone de la siguiente manera:

 

“No es necesario que dirijamos a Dios nuestras preces para darle a conocer nuestras indigencias y deseos, sino para que nosotros mismos nos convenzamos de que en tales casos hay que recurrir al auxilio divino.”

 

¿Se ofende Dios si pedimos a otro?

 

Crítica: “Si oramos a alguien que no sea Dios, sin importar que se trate de un ángel o un santo, él se sentirá ofendido, pues se dice en (Éx 20.5). “…yo Yahvé, tu Dios, soy un Dios celoso”.

 

“Se ofendería a Dios” es solo una opinion personal si al orar a algún santo se le orara como acto de adoración. Pero a los santos no les pedimos en ese sentido, sabemos que eso sería idolatría. La idolatría que se condena en (Éx 20.5)

 

De nuevo: oramos a los santos para que ellos oren por nosotros. Si yo me dirigiera a un santo, o a la imagen de un santo, creyendo que es Dios, entonces si estaria pecando con idolatría. Pero esto no es lo que enseña la Iglesia ni practicamos los católicos.

 

Crítica.“El libro de Apocalipsis dice que cuando el apóstol Juan cayó a los pies de un ángel para adorarlo, este lo reprendió diciéndole: “No hagas eso, que yo soy un simple compañero de servicio tuyo y de tus hermanos, esos que se mantienen como fieles testigos de Jesús. Solo a Dios debes adorar” (Revelación 19:10)

 

Esto confirma lo que dicho más arriba. “Juan cayó a los pies de un ángel para adorarlo” y por eso no le fue permitido; porque un ángel no se debe adorar.

 

Sin embargo no hay ningún problema postrarse o inclinarse ante un ángel cuando se hace de forma reverente: “Respondió: «No, sino que soy el jefe del ejército de Yahvé. Acabo de llegar.» Cayó Josué rostro en tierra, lo adoró y dijo: «¿Qué dice mi Señor a su siervo?»” (Josué 5.14)

 

Obviamente Josue no adoro a San Miguel literalmetente, sino que le rindió un tributo de veneración, inclinándose hasta la tierra. Esto prueba también que no es anti-bíblico inclinase ante un santo, y que inclinarse o postrarse no es sinónimo de idolatría.

 

Objeciones contra la intercesión de los santos.

 

Objeción. “Pablo habló sobre el hecho que un cristiano puede pedir a otro que ore a Dios a favor de él. Pero eso es muy distinto de orar a alguien que supuestamente está en el cielo para que le transmita a Dios nuestra petición.”

 

Respuesta. Pedirle a un cristiano que ore por uno no es distinto a pedir la intercesión de los santos en el cielo que oren por uno. Es exactamente lo mismo.

 

Claro que existe una distinción en cuanto a que los cristianos aquí en la tierra no están plenamente unidos a Dios en el cielo, y en consecuencia su oración es menos efectiva, pero la idea de la intercesión (pedir a alguien que intercede por ti ante Dios) es idéntica.

 

Objeción. “En el Evangelio de Juan, Jesús dijo: “Nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6). Y también: “Lo que pidan al Padre en mi nombre él se lo concederá” (Juan 15:16). Jesús no dijo que debíamos orarle a él y que él hablaría a Dios por nosotros. A fin de que nuestras oraciones sean escuchadas, tenemos que ofrecerlas a Dios y hacerlo en el nombre de Jesús y de nadie más.”

 

Respuesta. Jesús no dijo que debíamos orarle a él y que él hablaría a Dios por nosotros, pero tampoco dijo que nadie podría interceder a favor nuestro en el cielo.

 

Cuando Jesús dice: “Nadie va al Padre sino por mí” no estaba hablado de oraciones o como orar a Dios, sino que él es el puente expiatorio del pecado que une el hombre con Dios.

 

El contexto habla de “conocer” no de “como orar” “Si me conocen a mí, conocerán también a mi Padre; desde ahora lo conocen y lo han visto.»” (Juan 14:7)

Si cualquiera puede pedir algo al Padre en el nombre de Cristo (Juan 15:16) entonces puede pedir a favor de otro en el nombre de Cristo. Si cualquiera puede “pedir algo” ¿porque no puede pedir en favor de otro? ¿Si cualquiera puede pedir en nombre de Jesús ¿Por qué María y los santos en el cielo no?

 

Objeción. En cierta ocasión, los discípulos le pidieron a Jesús que les enseñara a orar, y él respondió: “Cuando oren, digan: ‘Padre, santificado sea tu nombre’ (Lucas 11:2). De modo que cuando oremos, cada vez que lo hagamos, hemos de dirigirnos a Dios, no a Jesús ni a nadie más.

 

Respuesta. Jesús no dijo que solo hay que orar al Padre, sino que el Padre es el primero que debe ser atendido en nuestra devoción. Orar por otros y a favor de otros está incluida en el Padre Nuestro. Pero San Cipriano dice:

 

“No decimos Padre mío, sino Padre nuestro, ni decimos dame, sino danos; y esto porque el Maestro de la Unidad no deseaba que la oración se hiciera en privado, a saber que cada uno debe orar solo por sí mismo; porque Él deseaba que uno orara por todos, ya que Él en Su única Persona nos había llevado a todos.” (Santo Tomás de Aquino. Sobre la oración y la vida contemplativa (p. 34). )

 

Como dice Santo Tomás. “Debemos desear el bien no solo para nosotros, sino también para los demás, porque esto pertenece a la caridad que debemos ejercer hacia el prójimo. Por eso la caridad exige que recemos por los demás.” [ibídem] Ergo: los santos siguen ejercitando la caridad en el cielo, luego los santos siguen orando por nosotros.

 

Además, es lógico que Jesús no mencionara la intercesión de los santos, pues hasta este momento no había santos en el cielo a quien pedir su intercesión.

 

También hay que distinguir el hecho de que quienes le piden a Jesús a orar son judíos del primer siglo, por tanto tiene que dirigirlos a orar primero al Padre. Es decir, sería contraproducente si Jesús les dice que oren a los santos en el cielo, si apenas se están asentando ciertos principios teológicos en la Iglesia en cuanto a la divinidad.

Objeción. “Dios asigna a otros la labor de escuchar nuestras oraciones.”

 

Respuesta. Dios no asigna a otros la labor de escuchar las oraciones pero nos hace partícipes de las necesidades de unos y otros. Por tanto, la labor de escuchar las oraciones de otros no es cosa de “asignar”, es cosa de “participar”.

 

Puesto que todos los santos participan en un solo Cuerpo, todos participan orando unos por otros y ayudando unos a otros en el crecimiento del cuerpo y en la salvación de todos. “crezcamos en todo hasta Aquel que es la Cabeza, Cristo, de quien todo el Cuerpo recibe trabazón y cohesión por medio de toda clase de junturas que llevan la nutrición según la actividad propia de cada una de las partes”. (Efe 4:15-16)

 

Objeción. Dios quiere que le oremos a él directamente aunque nos sintamos profundamente agobiados por los errores que cometemos. “Arroja tu carga sobre Jehová mismo, y él mismo te sustentará” (Salmo 55:22). En lugar de orar a los santos o a otros intercesores, debemos esforzarnos por tener una estrecha relación con Dios, ya que así nos sentiremos con la libertad de dirigirnos a él.

 

Respuesta. La intercesión de los santos no es cosa que está en competencia lo uno con lo otro. No es que debemos escoger entre orar a Dios o a los santos. Oramos a Dios de un modo y a los santos de otro.

 

Los cristianos católicos no tenemos ningún problema en confiarle a Dios nuestros problemas (Salmo 55:23) pero hacemos a nuestros hermanos los santos partícipes de nuestros problemas para que se unan a nuestra oración, pues la oración de muchos es más efectiva:

 

“Les suplico, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu Santo, que luchen juntamente conmigo en sus oraciones rogando a Dios por mí, para que me vea libre de los incrédulos de Judea, y el socorro que llevo a Jerusalén.” (Romanos 15:30–32)

 

¿Jesús es el único mediador?

 

Con el fin de negar la intercesión de los santos los protestantes formulan la siguiente objeción:

 

Pregunta. ¿Jesucristo es el único mediador o hay otro(a) que puede llenar esa función?

 

Respuesta. Depende a lo que te queramos decir por “mediador”. De acuerdo al sentido clásico, un mediador es aquel que es capaz de reconciliar dos partes en conflicto. Desde el punto de vista Jesucristo es el único capaz de reconciliarnos con el Padre, (Mediador de redención).

 

Por eso la mediación de Cristo en el cielo es de orden sacerdotal. “En cambio se presentó Cristo como sumo sacerdote de los bienes futuros, a través de una Tienda mayor y más perfecta, no fabricada por mano de hombre, es decir, no de este mundo. Y penetró en el santuario una vez para siempre, no con sangre de machos cabríos ni de novillos, sino con su propia sangre, consiguiendo una liberación definitiva.” (Hebreos 9:11–12, BJL)

 

Sin embargo hay otro tipo e mediación, la mediación subordinada dentro de la economía de salvación. “Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación. Somos, pues, embajadores de Cristo, como si Dios exhortara por medio de nosotros.” (2 Corintios 5:18–20, BJL) Esto desde el punto de vista pastoral y eclesiástico.

 

Por tanto, Cristo no es una especie de “mediador de oraciones” entre los hombres y el Padre, una especie de taxista celeste. “Aquel día ustedes pedirán en mi Nombre; y no será necesario que yo ruegue al Padre por ustedes.” Jn 16:26.

 

Por lo mismo ahi mismo donde se hace referencia a que Cristo es el unico mediador San Pablo escribe: “Ante todo recomiendo que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y dignidad. Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador,” (1 Timoteo 2:1–3, BJL)

 

Entonces para resolver la pregunta: Cristo es el único Mediador de redención en cuanto a lo que compete reconciliarnos con Dios, Jesús no es el único mediador en lo que compete a cada uno ser medios de salvación para otros. (Hch 7.60, 12.5, Ro 10.1, 12.14, 2 Co 9.14, Flp 1.3–4, 2.4, Col 1.3, 4.3–4, 1 Tes 5.25, 2 Tes 1.11).

 

Citas bíblicas de intercesión.

 

Por último te comparto algunas citas bíblicas donde creo que apoyan la doctrina de la intersección de los santos.

 

“Si colaboran también ustedes con la oración en favor nuestro, para que la gracia obtenida por intervención de muchos sea por muchos agradecida en nuestro nombre.” (2 Corintios 1.11)

 

“Ante todo recomiendo que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y dignidad.” (1 Timoteo 2.1–2)

 

“Hermanos, el anhelo de mi corazón y mi oración a Dios en favor de ellos es para que se salven.” (Romanos 10.1)

 

“Cuando lo tomó, los cuatro Vivientes y los veinticuatro Ancianos se postraron delante del Cordero. Tenía cada uno una cítara y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los santos.” (Apocalipsis 5.8)

 

“Otro ángel vino y se puso junto al altar con un incensario de oro. Se le dieron muchos perfumes para que, con las oraciones de todos los santos, los ofreciera sobre el altar de oro colocado delante del trono.” (Apocalipsis 8.3).

 

En conclusión.

 

La intercesión de los santos, la intercesión de María está muy bien fundamentada en la Escritura. Solo tenemos que ayudar a nuestros hermanos separados para que la encuentren. Esto lo hacemos probando la doctrina de la comunión de los santos.

 

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Por: Richbell Meléndez

 

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Hoy en día, muchos "católicos" liberales y modernistas afirman que la Iglesia y el Estado deben estar separados, y que la unión del Trono y el Altar nunca debe volver a ser una realidad. A continuación encontrarán todas las pruebas patrísticas de que la unión de Iglesia y Estado como estado de cosas normal, natural y bueno es una enseñanza infalible de la Iglesia:

 

SAN DAMASO (305-384)

 

Bajo el Papa San Dámaso , el emperador Teodosio promulgó el Edicto de Tesalónica , conocido como el Edicto de Teodosio , haciendo del cristianismo la religión oficial del imperio. San Dámaso, cabeza visible de la Iglesia, necesariamente dio su aprobación. Por lo tanto, podemos considerar cubiertas con autoridad papal las siguientes palabras:

 

“Edicto de los emperadores Graciano, Valentiniano (II) y Teodosio Augusto, al pueblo de la ciudad de Constantinopla.

 

«Queremos que todos los pueblos que son gobernados por la administración de nuestra clemencia profesen la religión que el divino apóstol Pedro dio a los romanos, que hasta hoy se ha predicado como la predicó él mismo, y que es evidente que profesan el pontífice Dámaso y el obispo de Alejandría, Pedro, hombre de santidad apostólica. Esto es, según la doctrina apostólica y la doctrina evangélica creemos en la divinidad única del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo bajo el concepto de igual majestad y de la piadosa Trinidad. Ordenamos que tengan el nombre de cristianos católicos quienes sigan esta norma, mientras que los demás los juzgamos dementes y locos sobre los que pesará la infamia de la herejía. Sus lugares de reunión no recibirán el nombre de iglesias y serán objeto, primero de la venganza divina, y después serán castigados por nuestra propia iniciativa que adoptaremos siguiendo la voluntad celestial.»

 

Dado el tercer día de las Kalendas de marzo en Tesalónica, en el quinto consulado de Graciano Augusto y primero de Teodosio Augusto."

 

SAN AMBROSIO DE MILÁN (340-397)

 

San Ambrosio, quien fue un instigador del edicto, comienza una carta al emperador con estas palabras:

 

“Mientras todos los hombres bajo el poder de Roma luchan por ustedes, emperadores y príncipes de la tierra, ustedes luchan por el Dios Todopoderoso y por la santa fe. "(Carta XVII, PL 16, col. 961)

 

SAN GREGORIO DE NACIANCENO (329-390)

 

San Gregorio Nacianceno, que tampoco es ajeno al edicto, advierte al emperador:

 

“Es una gran cosa reprimir el asesinato, castigar el adulterio, castigar el robo; pero es aún más importante aprobar leyes favorables a la religión y difundir la religión sagrada. "(Discurso XXXVII, 23)

 

SAN JUAN CRISÓSTOMO (344-407)

 

“Hay gente grosera cuyas venganzas futuras son menos impresionantes que los rigores del mundo. Por tanto, el príncipe que, por temor o recompensa, dispone la mente de los hombres a una mayor docilidad a las enseñanzas de la verdad, merece con razón el título de ministro de Dios.” (23ª homilía sobre la Epístola a los Romanos, Obras completas , Nancy-Paris, Bordes, 1868, t. 5, p. 388)

 

SAN AGUSTÍN DE HIPONA (354-430)

 

San Agustín responde a la objeción basada en esta frase de Jesús: “ Mi reino no es de este mundo, mi reino no está aquí abajo.” (Juan XVIII, 36) en su 115º tratado sobre San Juan, escribe que los reyes deben servir a Dios:

 

“Los reyes, cuando se equivocan, hacen leyes contra la verdad a favor del error; cuando están en la verdad, hablan contra el error a favor de la verdad. De esto se sigue que los buenos son probados por leyes malas y los malos son corregidos por leyes justas y buenas. El rey Nabucodonosor, inspirándose en la idolatría que profesaba, promulgó una ley severa que prescribía la adoración de ídolos; y cuando se convirtió, prohibió, bajo severas penas, blasfemar contra el Dios verdadero (Daniel III, 5, 6, 96). Por tanto, es un precepto divino para los reyes, si quieren servir a Dios como reyes (Salmo II, 10), mandar el bien en su imperio y defender el mal allí, y eso, no solo en lo que concierne a la sociedad humana, sino también con respecto a la religión divina. "(Contre Cresconius, grammairien et donatiste , livre III, chapitre 51, § 6, PL, t. 43, col. 517 )

 

“A los príncipes los llamamos felices cuando hacen reinar la justicia, cuando, en medio de las alabanzas que se les prodigan o del respeto que se les brinda, no son orgullosos, pero recuerden que son hombres; cuando someten su poder al poder soberano de Dios o lo hacen servir para la propagación del verdadero culto, temiendo a Dios, amándolo, adorándolo y prefiriendo a su reino aquel donde no tienen miedo de tener iguales; cuando son lentos en castigar y rápidos en perdonar, castigando solo en interés del Estado y no de su venganza, perdonando solo con la esperanza de que los culpables se corrijan, y no para asegurar la impunidad de los delitos, atemperando su severidad por actos de clemencia y por beneficios, cuando sean necesarios actos de rigor; tanto más moderados en sus placeres cuanto más libres son para entregarse a ellos a voluntad; prefiriendo controlar sus pasiones antes que todos los pueblos de la tierra; haciendo todo esto, no por la vana gloria, sino por la bienaventuranza eterna, y finalmente ofreciendo al Dios verdadero por sus pecados el sacrificio de humildad, misericordia y oración. Estos son los príncipes cristianos a quienes llamamos felices, felices por la esperanza de este mundo, felices en realidad cuando lo que esperamos se cumple. "( Estos son los príncipes cristianos a quienes llamamos felices, felices por la esperanza de este mundo, felices en realidad cuando lo que esperamos se cumple. "( Estos son los príncipes cristianos a quienes llamamos felices, felices por la esperanza de este mundo, felices en realidad cuando lo que esperamos se cumple. "(La Ciudad de Dios , Libro V, Capítulo 24 )

 

“Por tanto, el corazón no debe olvidar nunca estos preceptos de la paciencia, y la benevolencia debe estar siempre plena en la voluntad, para evitar que no se devuelva el mal por el mal. Sin embargo, a menudo sucede que es necesario utilizar contra la resistencia una cierta severidad que tiene su principio en el deseo de bien; no se consulta entonces la voluntad, sino el interés de aquellos a quienes se castiga: esta conducta ha sido muy bien elogiada en un jefe de república por autores paganos. No importa cuán severa sea la corrección infligida a un hijo, el amor paternal sigue ahí. Es haciendo lo que no quiere y lo que está sufriendo que buscamos curarlo a través del dolor. Entonces, si las sociedades políticas mantuvieran estos preceptos cristianos, las guerras mismas no se librarían sin cierta amabilidad, y los vencidos volverían más fácilmente a la paz social basada en la piedad y la justicia. La victoria es útil cuando quita el poder de hacer el mal a los vencidos. Nada es más miserable que la prosperidad de los impíos; nutre la impunidad vengativa, fortalece la voluntad maligna como un enemigo interno. Pero los mortales, desconcertados por su corrupción, creen que las cosas humanas prosperan cuando surgen espléndidos palacios y las almas caen en ruinas; cuando se construyen teatros y se derriban los cimientos de las virtudes; cuando se glorifica el gasto necio y se burla de las obras de misericordia; cuando los animadores se emborrachan con la prodigalidad de los ricos y cuando los pobres apenas tienen lo básico; cuando pueblos impíos blasfeman contra el Dios que, por los predicadores de su doctrina, condenar este mal público, y que nos amontonemos alrededor de los dioses en honor de los cuales se dan representaciones teatrales que deshonran en cuerpo y alma. Es sobre todo permitiendo estas cosas que Dios muestra su ira; al dejarlos impunes, los castiga más terriblemente. Al contrario, cuando destruye lo que ayuda a soportar los vicios, y. que sustituya la pobreza por riquezas peligrosas, golpea con misericordia.Incluso sería necesario, si fuera posible, que la gente buena librase misericordiosamente la guerra para domar la codicia licenciosa y destruir los vicios que la autoridad pública debería desarraigar o reprimir.

Si la doctrina cristiana condenara todas las guerras, a los soldados mencionados en el Evangelio se les habría dicho que solo tenían que arrojar sus armas y evitar el servicio militar. Pero al contrario, se les dijo: “No hagas violencia ni engañes a nadie; estar satisfecho con su paga (Lucas III, 14). Al exigir que los soldados se contenten con su paga, el Evangelio no les prohíbe ir a la guerra. Los que afirman que la doctrina de Cristo es contraria a los intereses de los Estados, nos den un ejército compuesto según las prescripciones del Evangelio; que nos den jefes de provincia, maridos, esposas, padres, hijos, amos, sirvientes, reyes, jueces, contribuyentes y exactores animados por sentimientos cristianos, y que se atrevan a decir que nuestra religión es contraria a los intereses de los Estados; ah! más bien, que no tengan miedo de admitir que la práctica sincera del cristianismo es la mayor garantía de salvación para los imperios. "(Carta 138 [alias 5] a Marcelino, II, 14 y 15 )

 

“¿Cómo, pues, sirven los reyes al Señor con temor, si no impidiendo o castigando con severidad religiosa lo que se hace contra los mandamientos del Señor? No servimos a Dios de la misma manera que un hombre y de la misma manera que un rey; como hombre, servimos a Dios con una vida fiel; pero, como rey, se le sirve dictando leyes, con el vigor adecuado, para ordenar lo que es justo y prevenir lo que no lo es. Fue así como Ezequías sirvió a Dios destruyendo las arboledas sagradas, los templos de los ídolos y los lugares altos (II / IV Reyes XVIII, 4); Josías, haciéndolo él mismo (II / IV Reyes XXIII, 4-5); el rey de los ninivitas, al obligar a toda la ciudad a apaciguar al Señor (Jonás, III, 6-9); Darío, dándole a Daniel el ídolo para que lo quebrantara y entregando a los leones los enemigos de este profeta (Daniel XIV, 21. 41); Nabucodonosor, de quien ya hemos hablado, al prohibir, bajo penas terribles, en todo su reino, blasfemar contra Dios (Daniel III, 96). Los reyes, por tanto, sirven al Señor, como reyes, cuando hacen por su servicio lo que no podrían hacer si no fueran reyes.

 

Como en los días de los Apóstoles, los reyes no servían al Señor, sino al contrario, según. profecías, meditaban vanidades contra el Señor y contra su Cristo, las leyes no podían evitar las impidades: además, las impidades eran su obra. Fue en el orden de los tiempos que los judíos, según la predicción del Salvador, mataron a los predicadores de Cristo, creyendo que estaban cumpliendo un deber para con Dios (Juan, xvi, 2), y que las naciones se estremecen contra los cristianos. y que la paciencia de los mártires triunfe sobre todos. Pero cuando comenzamos a ver el cumplimiento de la palabra que anunciaba que todos los reyes de la tierra adorarían a Dios y que todas las naciones le servirían (Sal. LXXI, 11), qué diría el hombre cuerdo a los reyes. No te preocupes por saber, en tu reino, que defiende o ataca a la Iglesia de tu Señor; si queremos ser religiosos o sacrílegos en tu reino, ¿eso no es asunto tuyo? Pero nadie se atrevería a decirles: ¿Qué les importa si queremos ser modestos o desvergonzados? Y dado que Dios ha dado al hombre el libre albedrío, ¿por qué la ley permitirá el sacrilegio y castigará el adulterio? ¿Es menos culpa de un alma no permanecer fiel a Dios que de una mujer no permanecer fiel a su marido? O si los pecados cometidos, no por desprecio sino por ignorancia de religión, deben ser castigados con menos severidad, ¿es necesario que eso no moleste en absoluto? "( ¿Qué te importa si queremos ser modestos o inmodestos? Y dado que Dios ha dado al hombre el libre albedrío, ¿por qué la ley permitirá el sacrilegio y castigará el adulterio? ¿Es menos culpa de un alma no permanecer fiel a Dios que de una mujer no permanecer fiel a su marido? O si los pecados cometidos, no por desprecio sino por ignorancia de religión, deben ser castigados con menos severidad, ¿es necesario que eso no moleste en absoluto? "( ¿Qué te importa si queremos ser modestos o inmodestos? Y dado que Dios ha dado al hombre el libre albedrío, ¿por qué la ley permitirá el sacrilegio y castigará el adulterio? ¿Es menos culpa de un alma no permanecer fiel a Dios que de una mujer no permanecer fiel a su marido? O si los pecados cometidos, no por desprecio sino por ignorancia de la religión, debieran ser castigados con menos severidad, ¿no deberíamos molestarnos en absoluto por eso? "( debe ser castigado con menos severidad, ¿es necesario que eso no moleste en absoluto? "( debe ser castigado con menos severidad, ¿es necesario que eso no moleste en absoluto? "(Carta 185 al Conde Bonifacio, cap. V, § 19 y 20; PL 33, col. 801 )

 

SAN POSSIDIO DE CALAMA (370-437)

 

“Como estos herejes se esforzaron, con sus artificios, para persuadir su error en la Santa Sede Apostólica, los santos obispos de África, reunidos en concilio, resolvieron mostrar, con el mayor cuidado, al santo Papa de Roma, al venerable Inocente y luego a San Zozimus , su sucesor, cuánto debía ser aborrecida y condenada esta secta por la fe católica. Estos pontífices de la Suprema Sede los censuraron en varias ocasiones y los aislaron de los miembros de la Iglesia: mediante cartas dirigidas a las iglesias de África en Occidente y a las de Oriente, ordenaron a todos los fieles que los anatematizaran y anatematizarlos. para huir. Habiendo conocido el juicio que la Iglesia Católica de Dios acababa de hacer sobre ellos,el muy piadoso emperador Honorio, para cumplirlo, ordenó que fueran incluidos entre los herejes condenados por sus leyes . Entonces algunos de ellos volvieron al seno de la Iglesia, nuestra madre, de donde habían venido; otros todavía regresan a él todos los días, ya que la verdad de la verdadera fe les llega y supera este repugnante error. "( Vida de Agustín , XVIII)

 

SANTA CELESTINA I († 432)

 

“Debes dar más importancia a la fe que a tu reino. Tu Misericordia debe cuidar más la paz de la Iglesia que la seguridad de sus tierras. Porque la prosperidad seguirá en todas partes, si comienzas por devolver a Dios lo que es más valioso a sus ojos. »(Carta 19 al emperador Teodosio en PL, 50/511)

 

SAN CIRILO DE ALEJANDRIA (376-444)

 

"El destino del estado depende del culto a Dios; y hay muchos parentescos y amistades cercanas entre los dos. » . (Sacr. Imp. Ad Cyrillum Alexand. Et Episcopos metrop. - Cfr. Labbeum, Collect. Conc. T. III)

 

Citación en latín:

 

“Etsi enim in universitatem rerum potestatem haberet ut Deus, propter carnis ministerium sibi datae esse ait quae ut Deus habuit. ” ( Commentaire sur Isaie III, 5, Rouet de Journel, 3044)

 

SAN LEON EL GRANDE (c. 395-461)

 

“Se te ha dado el poder real no solo para gobernar el mundo, sino sobre todo para la protección de la Iglesia. Al oponerse a las empresas impías, debe defender el buen orden ya establecido y restaurar la paz donde ha sido perturbado. »( Carta 156 al emperador León , PL 54, col. 1130)

 

SAN FELIX III (c. 440-492)

 

"Dado que incluso entre las naciones bárbaras que ignoran el nombre de Dios, la libertad de cualquier legación sigue siendo considerada sacrosanta por el derecho de gentes, incluso para la implementación de empresas puramente humanas, todos saben que con mayor razón debería haber sido plenamente salvaguardada por un emperador romano y cristiano, especialmente en materia religiosa. […]

 

Pero creo que su piedad, dispuesta a someterse a sus propias leyes antes que oponerse a ellas, debe obedecer igualmente los decretos celestiales, y no olvidar que su supremacía sobre las cosas humanas no puede extenderse a las cosas. Divinos que debe recibir, sin ninguna duda posible. , de las manos de los dispensadores designados por Dios. Creo que ciertamente es útil para ti dejar, durante tu principado, que la Iglesia católica viva según sus leyes, y no permitir que nadie obstruya su libertad, a la que te devolvió el poder.

 

Es cierto, de hecho, que la prosperidad de tus asuntos requiere que, cuando se trata de los intereses de Dios, te esfuerces, como él quiso, en someter tu voluntad a los sacerdotes de Cristo y no en hacerlos. prevalecer sobre ellos: por otro lado, debes aprender de quienes están a cargo de ellos los misterios sagrados, y no enseñarlos; a inclinarse ante la organización de la Iglesia, y no prescribir las reglas de un derecho humano, ni querer reinar sobre sus decisiones, ella a quien Dios quiso por el yugo de una devoción religiosa someter su clemencia. De hecho, es de temer que por las infracciones de las disposiciones del cielo, no se llegue a despreciar al que es el autor. »(Carta Quoniam pietas , 1 de agosto de 484, al emperador Zenón)

 

SAN REMIGIO DE REIMS (alrededor de 437-533)

 

El Testamento de San Rémi, es claro:

 

“Damos todos nuestros poderes para todo el Reino de nuestro querido Hijo espiritual Clovis, a quien por la gracia de Dios has convertido con toda su Nación, por un apostolado y milagros dignos del tiempo de los Apóstoles. "

 

Que el presente testamento que escribí para que mis sucesores, los obispos de Reims, mis hermanos, lo mantengan respetuosamente intacto, sea también defendido, protegido en todas partes contra y contra todos por mis muy queridos hijos los reyes de Francia por mí consagrado al Señor en su bautismo, por un don gratuito de Jesucristo y la gracia del Santo Espíritu.

 

Que en todo y siempre guarda la perpetuidad de su fuerza y la inviolabilidad de su duración ...

 

Pero solo por consideración a esta raza real que con todos mis hermanos y co-obispos de Alemania, Galia y Neustria, he elegido deliberadamente reinar hasta el fin de los tiempos, además de la majestad real por el honor de la Santa Iglesia y defensa de los humildes.

 

En aras de esta carrera he llamado, he recibido en mis brazos goteo de las aguas bautismales esa carrera que marcó los siete dones del Santo Espíritu, Ungí unción de reyes, el Santo Crisma la misma Santo espíritu;

 

Ordené lo siguiente:

 

I ° MALDICIONES

 

Si un día esta raza real que tantas veces he consagrado al Señor, devolviendo mal por bien, se vuelve hostil contra él; invadió sus iglesias, las destruyó, las devastó:

 

Que el culpable sea advertido por primera vez por todos los obispos reunidos en la diócesis de Reims.

 

Una segunda vez por las iglesias unidas de Reims y Treves. Una tercera vez por un tribunal de tres o cuatro arzobispos de los galos.

 

Si a la séptima advertencia persiste en su crimen, ¡tregua a la indulgencia! ¡Abran paso a la amenaza!

 

Si se rebela en absoluto, se separa del cuerpo de la Iglesia, inspirada en la fórmula obispos de Espíritu Santo: porque persiguió al necesitado, al pobre, al corazón contrito; porque no se acordó de la misericordia; porque amó la maldición, le sucederá; y no quiso la bendición, se irá.

 

Y toda la iglesia y en la costumbre de cantar Judas el traidor y malos obispos que todas las iglesias cantan este rey infiel.

 

Porque el Señor dijo: "Todo lo que le has hecho a uno de los míos más pequeños es a mí lo que has hecho y todo lo que no les has hecho es a mi lo que no hiciste".

Que en la última maldición reemplazamos solo, según le convenga a la persona, la palabra episcopado por la palabra realeza:

 

¡Que sus días se acorten y otro reciba su realeza!

 

Si los arzobispos de Reims, mis sucesores, descuidan este deber que les prescribo, que reciban para ellos la maldición destinada al príncipe culpable: que se acorten sus días y que otro ocupe su asiento. "

 

II ° BENDICIONES

 

“Si Nuestro Señor Jesucristo se digna escuchar las oraciones que derramo todos los días en su presencia, especialmente por la perseverancia de esta raza real, siguiendo mis recomendaciones, en el buen gobierno de su reino y el respeto a la jerarquía de la Santa Iglesia. de Dios.

 

Como bendiciones del Espíritu Santo ya extendido en la cabeza real añade plenitud de las bendiciones divinas!

 

Que de esta raza salgan reyes y emperadores que, confirmados en la verdad y la justicia para el presente y para el futuro según la voluntad del Señor para la extensión de la Santa Iglesia, reine y aumente su poder cada día y así merezcan sentarse. en el trono de David en la Jerusalén celestial, donde reinarán eternamente con el Señor. Que así sea. "

 

SAN GELASIO I ( † 496)

 

“Hay dos principios por los que se rige este mundo principalmente: la sagrada autoridad de los pontífices y el poder real; y entre los dos la carga de los sacerdotes es tanto más pesada porque deben rendir cuentas ante la justicia divina por los que son los reyes.

 

Tú lo sabes, hijo muy misericordioso: aunque tu dignidad te coloca por encima del género humano, sin embargo inclinas, por un deber religioso, tu cabeza ante los que están a cargo de las cosas divinas y esperas de ellos los medios para salvarte. ; y para recibir los misterios celestiales y dispensarlos adecuadamente, debes, también sabes, de acuerdo con la regla de la religión, someterte en lugar de liderar. Por tanto, en todo esto dependes de su juicio y no debes querer reducirlos a tu voluntad.

 

Si efectivamente, respecto a las reglas del orden público, los líderes religiosos admiten que el imperio te fue entregado por una disposición de arriba y ellos mismos obedeciendo tus leyes, no queriendo, al menos en los asuntos de este mundo, parecer irse. contra ... una decisión excluida, ¿en qué sentimientos no debemos, os ruego, obedecer a los encargados de dispensar los venerables misterios?

 

Por eso, así como no es ligera, la amenaza que pesa sobre los pontífices que no hablaron por el culto a Dios, como debían, no es, por tanto, el peligro insignificante - que no exista - en que incurren quienes, cuando deben obedecer, despreciar. Y si es normal que el corazón de los fieles se someta a todos los sacerdotes en general que desempeñan debidamente sus funciones divinas, cuánta más unanimidad debería haber en torno al asistente de este asiento, a quien la divinidad suprema quiso dar preeminencia sobre todos los sacerdotes y que la piedad universal de la Iglesia ha celebrado posteriormente constantemente?

 

Es allí donde vuestra piedad se da cuenta con evidencia de que nadie bajo ningún pretexto humano puede jamás elevarse por encima de la posición privilegiada de aquel a quien la voz de Cristo ha puesto por encima de todos, a quien la Iglesia venerable siempre ha reconocido y está devotamente al frente. Pueden ser prevenidos por presunciones humanas, las decisiones del juicio divino, pero superados, no pueden ser por ningún poder de nadie. […]

 

No permitas que tus leyes sufran ningún daño, no permitas que el nombre de Roma sufra ningún daño. No solo deseas las bendiciones de Cristo para este mundo, sino que también deseas las del más allá. Pero entonces, ¿cómo pudiste tú, príncipe ilustre, tolerar que la religión, la verdad y la pureza de la comunión y de la fe católica sufran alguna merma? ¿Cómo reclamaría, le pregunto, que recibirá la recompensa futura si no protege a la Iglesia de las trampas aquí abajo? » ( Carta VIII al emperador Anastasio , año 494, Denzinger, Schönmetzer, 347, PL 59, 42A-43B)

 

SAN SIMACO ( alrededor de 450-514 )

 

“Comparemos, pues, la dignidad del emperador con la del pontífice: difieren en la misma medida en que el primero es responsable de las cosas humanas, el otro de las de Dios. Tú, el emperador, es por el pontífice que eres bautizado, es por su mano que comunicas, son sus oraciones las que imploras, su bendición que esperas, es de él a quien pides tu penitencia. En resumen, tienes la administración de las cosas humanas, y él te hace participar de los dones de Dios. Para que su dignidad sea al menos igual, por no decir superior. ...

 

Que el mundo asista a esta instancia, bajo la mirada de Dios y sus ángeles; sí, seamos un espectáculo a lo largo de este siglo, para que los sacerdotes encuentren allí el ejemplo de una vida sin reproches y los emperadores, el de una piadosa moderación. En efecto, es sobre todo de nuestras dos funciones de las que deriva la administración del género humano, y no debe haber nada en ellas que pueda ofender a la divinidad, tanto más cuanto que las dos dignidades parecen perpetuas y que, por tanto, la solicitud por la humanidad debe encontrarse en ambos lados.

 

Por favor, oh emperador, recuerda que eres un hombre, para que puedas usar este poder que te ha concedido Dios; de hecho, aunque sucedió según el juicio de los hombres, debe sin embargo ser examinado según el juicio de Dios.

 

Quizás dirás que está escrito que debemos estar sujetos a todo poder (ver Tito III, 1 ). Pero para nosotros, reconocemos, poniéndolos en su lugar, autoridades humanas, siempre y cuando no levanten su voluntad contra Dios. Además, si todo el poder proviene de Dios, es aún más cierto en el caso de aquel a quien se le ha asignado el cargo de los asuntos divinos. Respeta a Dios en nosotros y nosotros respetamos a Dios en ti. »(Carta Ad augustae memoriae al emperador Anastasio I, entre 506 y 512, PL 60, 68C-69A)

 

SAN HORMISDAS (450-523)

 

“Como sus ilustres palabras me permiten entender, Su Clemencia tiene buenas razones para esperar la prosperidad muy particular de su reino, si los intereses de la fe católica están por encima de todo lo demás. Porque el que ha recibido el oficio de gobierno terrenal no puede cultivar un propósito más saludable que cuando se esfuerza por sus buenas obras para ganar el favor de Aquel que da y dirige el poder aquí abajo. »(Carta 4 al emperador Anastasio en PL, 63/43)

 

SAN PELAGIO I (c.500-561)

 

“No creas que es un pecado castigar a tales individuos [obispos refractarios]. Las leyes divinas y humanas establecen que los perturbadores de la paz y la unidad de la Iglesia son suprimidos por el poder civil, y este es el mayor servicio que se puede prestar a la religión. »(Carta I al Duque de Italia, PL 69, 394)

 

SAN ISIDORO DE SEVILLA (560 y 570-636)

 

“Los poderosos de la época […] están obligados por el vínculo de la fe a predicar la fe de Cristo por sus leyes. "(PL, t. 83, col. 123)

 

SAN GREGORIO MAGNO (hacia 540-604)

 

“Dios confió la autoridad suprema a los emperadores para ayudar a sus súbditos en la búsqueda del bien y abrirles más el camino al cielo, de modo que el reino terrenal esté al servicio del reino celestial. »( Carta a Maurice Auguste , PL 77, col. 663)

 

“Hay herejes que niegan la divinidad de Nuestro Señor, otros que niegan la humanidad de Nuestro Señor y otros que niegan la realeza de Nuestro Señor Jesucristo. »(Homilía X sobre las perícopas evangélicas, 6)

 

SAN AGATÓN (574-681)

 

“Ningún otro motivo más apropiado podría recomendar a la divina majestad vuestra fuerza absolutamente invencible: luchar contra los que se han desviado de la regla de la verdad, dar a conocer y proclamar en todas partes la integridad de nuestra fe evangélica y apostólica. » (Carta I Consideranti mihi a los emperadores, 27 de marzo de 680, en PL, 87, 1212 )

 

Basten estos textos para confirmar la enseñanza de la Iglesia respecto a la unión de la Iglesia y Estado.

 

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Richbell Meléndez, laico católico dedicado a la apologética, colaborador asiduo de distintas páginas de apologética católica y subdirector de la escuela de apologética online DASM.

 

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La obra Sección I del Griego del Nuevo Testamento, que facilita en sus cursos de lenguas bíblicas la entidad protestante s.e.u.t. (Seminario Evangélico Unido de Teología, ligado a la Iglesia Evangélica Española y a la Iglesia Española Reformada Episcopal), no se centra en la lengua griega, como sería de esperar, sino que incursiona en el terreno de la exégesis y de la historia al exponer algunos de los principios "exegéticos" de la pseudo-reforma protestante, así como al enseñar sin rubor los mitos de la historiografía "reformada". Vamos a ver cómo esta obra maestra de manipulación ideológica carece de base científica y bíblica.

 

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Por: Richbell Meléndez

En este artículo quiero exponer la postura de la Iglesia Católica, respecto al dogma de la Comunión de los santos y los fundamentos que se tienen presente al creer en esta doctrina.

Antes de que comiencen a leer este artículo quiero hacer la aclaración de que solo soy un simple laico comprometido con Cristo y su Iglesia, que preocupado por ayudar en la formación del Pueblo de Dios, he decidido dedicarme a formarme de manera autodidacta como apologeta católico, por lo que me he dedicado asiduamente al estudio de las Escrituras, la patrística, la historia del Cristianismo y cualquier otra área que en el proceso de formación me sea útil estudiarla. Por lo que no comparo mi formación con la de los teólogos católicos o sacerdotes que estudian 9 años en un seminario. Es por eso que quiero que quienes me lean tengan presente las palabras de San Juan de la Cruz que también hago mías.

 

“Si he malentendido o si me he equivocado en algún punto, tanto si lo deduje de las Escrituras como si no, no es mi intención desviar el significado verdadero de la Sagrada Escritura o de la doctrina de nuestra Santa Madre, la Iglesia Católica. Si hubiera algún error, me someto completamente a la Iglesia, incluso a cualquiera que sea más competente que yo en este tema.” (Citado en el libro "John of the Cross: Selected Writings." pp. 30-31)

 

En este artículo me encargare de demostrar que en la Biblia encontramos el fundamento para creer que la intercesión de los santos de la Iglesia de Cristo, continua aun cuando estos ya están en el cielo.

 

Yo expondré en este artículo los siguientes puntos.

 

1) ¿Quiénes son los santos para la Iglesia Católica?

 

2) ¿Que es la comunión de los santos?

 

3) Los que partieron de este mundo están consientes no dormidos

 

4) La comunión de los santos no es lo mismo que el espiritismo

 

5) Los santos en el cielo como los ángeles no necesitan ser omniscientes para escuchar nuestras oraciones e interceder por nosotros

 

6) Textos bíblicos que enseñan que los que están en el cielo pueden interceder por los que estamos en la tierra.

 

7) La intercesión de los santos es una práctica judeo-cristiana

 

Bien ya que he aclarado los puntos, los cuales voy a tratar para demostrar la enseñanza de la Iglesia Católica basándome en lo que la Palabra de Dios enseña y la Iglesia como custodia del Depósito de Fe ha transmitido por siglos, procedo a continuación a desarrollar cada punto.

 

¿QUIÉNES SON LOS SANTOS PARA LA IGLESIA CATÓLICA?

 

El término “santo” contrario a lo que muchos no católicos creen, no se limita a los cristianos que ya están en el cielo dígase por ejemplo María, San Pedro, San Pablo, etc. No, el término “santo” en realidad es un término que la Iglesia lo usa para todo bautizado, es decir todo aquel que forme parte de la Iglesia. El cristiano ya es santo desde su bautismo desde que recibe al Espíritu Santo al nacer de nuevo del agua y del Espíritu como enseña Juan 3, 5 pero no es una santidad plena, sino que más bien es una santidad que debe irse trabajando cada día. Por esa razón San Pablo no tuvo problemas en referirse a los cristianos como santos en sus cartas, podemos leer por ejemplo en 2 Corintios 13, 13-14.

 

“13:13 Todos los santos os saludan.

13:14 La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén.”

2 Corintios 13, 13-14 (Biblia Reina Valera 1960)

 

O también en Efesios 1, 1

 

“1:1 Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Éfeso:”

Efesios 1, 1 (Biblia Reina Valera 1960)

 

Entonces debemos entender por la palabra “santo” una referencia a todos los bautizados o los miembros de Cristo que deben llegar a ser santos plenamente, porque el Señor nos dice mediante la 1 Carta de San Pedro lo siguiente.

 

“1:15 sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir;

1:16 porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.”

1 Pedro 1, 15-16 (Biblia Reina Valera 1960)

 

En conclusión, santos son todos los miembros de la Iglesia y no solo los que están en el cielo. Entonces recuerden que los cristianos cuando estuvieron en la tierra fueron santos, en el cielo continúan siendo santos y formando parte de la Iglesia.  Esto es importante tenerlo presente al tratar el segundo punto.

 

¿QUÉ ES LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS?

 

Recuerden si la palabra “santos” en el Cristianismo se usa para referirse a los miembros de la Iglesia que es el Cuerpo de Cristo. La comunión o intercesión de los santos, no es más que la comunión del Cuerpo de Cristo ya que San Pablo nos dice en 1 Corintios 12, 12. 27 que los bautizados conformamos el Cuerpo de Cristo, un cuerpo unido por el bautismo y por Cristo, no separado. Esto se refiere a que los miembros del Cuerpo de Cristo permanecen en comunión unidos a la cabeza que es Cristo como dice Colosenses 1, 18. Aun después de partir de este mundo, porque creemos en la vida eterna como dice Juan 3, 36

 

“3:36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.”

Juan 3, 36 (Biblia Reina Valera 1960)

 

Entonces al ser vida eterna, el que parte de este mundo sigue formando parte de la Iglesia es decir del Cuerpo de Cristo, sigue formando parte de la comunión de los santos es decir que podemos tener comunión con ellos todavía, los que estamos en la tierra con los que ya están en el cielo. En otras palabras si cuando estaban en la tierra podrían interceder por nosotros, ¿que impide que lo hagan ahora que están en la plena presencia de Dios? De hecho San Jerónimo traductor de la Vulgata Latina  en el siglo V refuto a un hereje galo llamado Vigilancio quien objetaba que los santos en el cielo no pueden interceder por los que están en la tierra. A lo que San Jerónimo le respondió lo siguiente que voy a citar.

 

Usted dice en su libro que mientras vivimos podemos orar el uno por el otro, pero después, cuando hemos muerto, no se puede escuchar la oración de ninguna persona por otra (...) Pero si los apóstoles y los mártires mientras aún están en el cuerpo pueden orar por otros, en un momento en que todavía deberían ser solícitos con ellos mismos, ¿cuánto más lo harán después de sus coronas , victorias y triunfos? (San Jerónimo, Contra Vigilantius 6)

 

Esto es lo mismo que el Cristianismo cree y enseña, tanto el de Oriente como el de Occidente. Ahora me gustaría preguntar. ¿Se consideran seguidores de Vigilancio los amigos no católicos que presentan su misma objeción contra la intercesión de los santos? Dejare esa pregunta para que la reflexione mi oponente en este debate Roberto Isaac y todo los que opinan igual que el. También me gustaría citar lo que nos dice al respecto el Catecismo de la Iglesia Católica (CEC) promulgado en el pontificado del Papa Juan Pablo II.

 

955 "La unión de los miembros de la Iglesia peregrina con los hermanos que durmieron en la paz de Cristo de ninguna manera se interrumpe. Más aún, según la constante fe de la Iglesia, se refuerza con la comunicación de los bienes espirituales" (LG 49).

 

956 La intercesión de los santos. "Por el hecho de que los del cielo están más íntimamente unidos con Cristo, consolidan más firmemente a toda la Iglesia en la santidad [...] No dejan de interceder por nosotros ante el Padre. Presentan por medio del único mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, los méritos que adquirieron en la tierra [...] Su solicitud fraterna ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad" (LG 49):

 

«No lloréis, os seré más útil después de mi muerte y os ayudaré más eficazmente que durante mi vida» (Santo Domingo, moribundo, a sus frailes: Relatio iuridica4; cf. Jordán de Sajonia, Vita 4, 69). Pasaré mi cielo haciendo el bien sobre la tierra (Santa Teresa del Niño Jesús, verba).

 

957 La comunión con los santos. "No veneramos el recuerdo de los del cielo tan sólo como modelos nuestros, sino, sobre todo, para que la unión de toda la Iglesia en el Espíritu se vea reforzada por la práctica del amor fraterno. En efecto, así como la unión entre los cristianos todavía en camino nos lleva más cerca de Cristo, así la comunión con los santos nos une a Cristo, del que mana, como de fuente y cabeza, toda la gracia y la vida del Pueblo de Dios" (LG 50):

 

«Nosotros adoramos a Cristo porque es el Hijo de Dios; en cuanto a los mártires, los amamos como discípulos e imitadores del Señor, y es justo, a causa de su devoción incomparable hacia su rey y maestro; que podamos nosotros, también, ser sus compañeros y sus condiscípulos (Martirio de san Policarpo 17, 3: SC 10bis, 232 [Funk 1, 336]).

 

958 La comunión con los difuntos. «La Iglesia peregrina, perfectamente consciente de esta comunión de todo el cuerpo místico de Jesucristo, desde los primeros tiempos del cristianismo honró con gran piedad el recuerdo de los difuntos y también ofreció sufragios por ellos; "pues es una idea santa y piadosa orar por los difuntos para que se vean libres de sus pecados" (2 M 12, 46)"» (LG 50). Nuestra oración por ellos puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesión en nuestro favor.

 

Estos párrafos del Catecismo son un resumen de la enseñanza católica que demuestro en este artículo presentando su fundamento bíblico y su confirmación en los textos patrísticos. Aclarado esto, pasemos ahora al tercer punto.

 

LOS QUE PARTIERON DE ESTE MUNDO ESTAN CONSCIENTES NO DORMIDOS

 

Teniendo presente lo anterior explicado sobre lo que es la comunión de los santos, los amigos no católicos objetan que si podemos interceder los unos por los otros cuando estamos en la tierra, pero que al morir no podemos porque estamos inconscientes lo mismo que el hereje Vigilancio y para justificar su argumento suelen citar Eclesiastés 9, 5-6 diciendo que este pasaje enseña que los que mueren o parten de este mundo  no te pueden ayudar, ni interceder por tu petición, porque nada saben de lo que te sucede y menos te pueden escuchar. Pero este argumento lo esgrimen ignorando que el género de este libro es sabiduría, o literatura proverbial. Por lo que no se puede tomar literalmente. Dado que si lo hicieran y fuera cierto lo que dicen que los que mueren nada saben y no tienen conciencia. Deben explicar los pasajes de la Escrituras donde vemos a personas que partieron de este mundo, bien consientes o escuchando a personas vivas que están en la tierra como es el caso de Moisés quien platica con Jesús como lo dice Marcos 9, 4 pueden leerlo ustedes mismos, dice.

 

“9:4 Y les apareció Elías con Moisés, que hablaban con Jesús.”

Marcos 9, 4 (Biblia Reina Valera 1960)

 

Si van al libro de Deuteronomio 34, 5 dice claramente que Moisés había muerto es decir había partido de este mundo, sin embargo lo vemos bien consiente. Lo que indica que al morir o partir de este mundo un siervo de Dios. Este aun puede escuchar a un vivo en la tierra. Pero ese no es el único caso donde una persona que parte de este mundo escucha lo que un vivo le está diciendo. Tenemos el caso de Tabita y San Pedro en Hechos 9, 36-41 específicamente en el versículo 40 que demuestra que Pedro le habla y esta lo escucha y se levanta.

 

Aclaro que estos ejemplos no demuestran la intercesión, pues no los cito con esa finalidad sino con la finalidad de demostrar que los que parten de este mundo si pueden escuchar a los vivos lo cual es importante tener presente al momento de comprender el fundamento bíblico por el cual los cristianos católicos y ortodoxos creemos que los que están en el cielo pueden interceder por nosotros. Ahora vuelvo a hacerles esta pregunta. Si los que parten de este mundo pueden escucharnos, ¿Qué impide que intercedan por nosotros?

 

El siguiente punto a tratar es este.

 

LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS NO ES LO MISMO QUE EL ESPIRITISMO

 

Algunos no católicos siendo sinceros llegan a comprender lo anterior, sin embargo  también suelen presentar la siguiente objeción, de confundir la comunión de los santos con el espiritismo. Siendo que existe una diferencia abismal entre una práctica y la otra.

 

Dado que como vimos Jesús y San Pedro hablaron con un difunto y este les escucho, ¿eso quiere decir que practicaron el espiritismo? No. Por lo tanto es bueno comprender lo que es el espiritismo y dejemos que la misma biblia lo explique la diferencia entre el Espiritismo y la intercesión de los santos. Por ejemplo en Deuteronomio 18, 10-13 se habla de lo que ahora se denomina como espiritismo que consiste en evocar un espíritu, es decir que descienda y comunicarse con el de manera audible. Mientras que la intercesión de los santos se refiere a la acción de que aquellos que están en el cielo intercedan por nosotros ante Dios, presenten nuestras oraciones ante Dios, similar al hecho de que yo le pida a cualquier miembro de la Iglesia que ore por mí. Esa persona va a estar intercediendo, lo mismo hacen los santos en el cielo. De hecho podemos encontrar en la Escritura un ejemplo de cómo para los Judíos no era pecado el pedir la intercesión de un santo, pueden  leer el texto de Mateo 27, 46-49.

 

“27:46 Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?

27:47 Algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: A Elías llama éste.

27:48 Y al instante, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, y la empapó de vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber.

27:49 Pero los otros decían: Deja, veamos si viene Elías a librarle.”

Mateo 27, 46-49 (Biblia Reina Valera 1960)

 

En ese texto podemos notar que para los judíos no fue motivo de blasfemia el que Jesús estuviera pidiendo la intercesión del profeta Elías. Nadie dijo “¡Blasfemo, estas pidiendo la intercesión de un muerto!” De hecho en la creencia judeo-cristiana, existe una práctica judía llamada Tzadik de la cual hablare en el último punto de esta exposición. 

 

Esto nos lleva al siguiente punto.

 

LOS SANTOS EN EL CIELO COMO LOS ANGELES NO NECESITAN SER OMNISCIENTES PARA ESCUCHAR NUESTRAS ORACIONES E INTERCEDER POR NOSOTROS

 

Después de todo lo que he explicado, algunos pueden seguir objetando lo siguiente. Y es que muchos dicen que como van a escuchar las oraciones de las personas alrededor del mundo e interceder los que están en el cielo si ellos no son omniscientes. Bueno a esta objeción se responde fácilmente, los santos no necesitan ser omniscientes para escucharnos. Porque deben entender que el mismo Jesús prometió lo siguiente.

 

“14:12 De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.”

Juan 14, 12 (Biblia Reina Valera 1960)

 

Es decir que los que creyeran en el podrían hacer lo mismo que el, una de las obras del Señor es escuchar nuestra oración. ¿Que impide que los santos en el cielo también nos escuchen? Además no podemos limitar el cielo al tiempo-espacio material en que nosotros vivimos, el tiempo-espacio material no existe en el cielo, esta es una limitación de la tierra. Esto lo enseña la Escritura, por ejemplo encontramos que los ángeles no son omniscientes sin embargo vemos que en Lucas se nos dice.

 

15:10  Del mismo modo, os digo, se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.»”

Lucas 15, 10 (Biblia de Jerusalén 1976)

 

Los ángeles se alegran cuando un pecador se convierte, les pregunto ¿cómo se van a enterar los ángeles cuando un pecador se convierte en distintas partes del mundo? no son omniscientes, se enteran a través de Dios. De hecho hay indicaciones claras en las Escrituras que demuestran que los ángeles saben lo que está sucediendo en la Tierra (1 Cor  4,9 ; 1 Tim 5,21) Entonces si los ángeles no necesitan ser omniscientes para alegrarse cuando un pecador se convierte en cualquier parte del mundo o para enterarse lo que está sucediendo en la tierra, los santos que están en el cielo tampoco necesitan ser omniscientes. Ya que no debemos olvidar lo que nos dice El Señor Jesús en Mateo 22, 30.

 

“20:35  pero los que alcancen a ser dignos de tener parte en aquel mundo y en la resurrección de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido,

20:36  ni pueden ya morir, porque son como ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección.”

Lucas 20, 35-36 (Biblia de Jerusalén 1976)

 

Esto es demasiado revelador ya que indica que en el cielo seremos como los ángeles, esto se refiere en el sentido espiritual. Por lo que tendremos las mismas cualidades de estos en el cielo, podremos escuchar y enterarnos de lo que acontece en la tierra.

 

También podemos confirmar que los santos en el cielo son testigos de lo que sucede aquí en la tierra, sin necesidad de gozar de la omnisciencia, esto debido a que gozan de la visión beatifica de Dios. Si vamos a la carta a los Hebreos en el capítulo 11 el autor menciona a todos los santos y profetas fallecidos en la antigüedad, y luego en el capítulo 12 versículo 1 se refiere a ellos como una nube de testigos que tenemos a nuestro alrededor:

 

“12:1 Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,”

Hebreos 12, 1 (Biblia Reina Valera 1960)

 

Por si eso fuera poco más adelante les menciona como la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo junto con los ángeles:

 

“12:22 sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, 
12:23 a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos,,”

Hebreos 12, 22-23 (Biblia Reina Valera 1960)

 

Por tanto, debemos de tener presente que los santos en el cielo miembros del Cuerpo de Cristo son conscientes de nuestras oraciones, debido a que tienen la visión beatífica de Dios, ven en Dios todo el conocimiento que necesitan, todo el conocimiento que es relevante para ellos, y por eso ven o pueden escuchar nuestras oraciones. Por lo tanto, según la norma de la omnisciencia de Dios, se dan cuenta de nuestras oraciones, aunque nunca son omniscientes y nunca abarcan todo el alcance del conocimiento de Dios, solo aquellas partes que son relevantes para ellos.

 

Sea como sea, simplemente hay una gran diferencia, de hecho, una diferencia infinitamente enorme entre ser "multisciente" (saber muchas cosas) y "omnisciente" (conocer todas las cosas). Nunca cruzaremos de uno a la otra, y es simplemente una falacia de muñeco de paja afirmar que la Iglesia Católica convierte a los santos que están en el cielo en omniscientes cuando creemos que interceden por nosotros.

 

TEXTOS BÍBLICOS QUE ENSEÑAN QUE LOS QUE ESTÁN EN EL CIELO PUEDEN INTERCEDER POR LOS QUE ESTAMOS EN LA TIERRA.

 

Ya he demostrado en mi exposiciones anteriores que los santos que están en el cielo, siguen formando parte del Cuerpo de Cristo aun cuando están en el cielo, que están consientes de lo que sucede en la tierra, por lo que podemos dirigir nuestras peticiones para que ellos intercedan por nosotros, esto sin necesidad de que sean omniscientes. Pero claro no falta la objeción fundamentalista “¿donde dice la Biblia que los que están en el cielo interceden por nosotros?” bueno en este punto, presentare algunos textos que presentan una visión de lo que acontece en el cielo, lo cual nos ayudara a conocer si los santos en el cielo pueden interceder por nosotros. Es que hasta el mismo líder de la rebelión protestante del siglo XVI, Martín Lutero, reconocía que los santos en el cielo podían escucharnos, por eso incluso en 1530 (cuando se escribió la Confesión de Augsburgo y un año después de su Pequeño Catecismo y Gran Catecismo; también el Libro de la Concordia ) Lutero podría escribir:

 

Porque cuando puedo hablar con la virgen desde el fondo de mi corazón y decir: Oh María, noble y tierna virgen, has dado a luz un hijo; esto quiero más que ropas, sí, más que cuerpo y vida” (Sermones I, ed. Y tr. John W. Doberstein; Sermón en la tarde del día de Navidad , 25 de diciembre de 1530; en Luther's Works , vol. 51)

 

Si Lutero decía que podía hablar con la Virgen María, es porque reconocía que está en el cielo podía escucharle.

 

En el libro del Apocalipsis encontramos evidencia directa de que los que están en el cielo interceden por nosotros con sus oraciones. Si todas las oraciones fueran directamente a Dios, como piensan los que no creen que los que están en el cielo pueden interceder por nosotros, tendrían que explicar el siguiente escenario que encontramos en el libro de Apocalipsis.

 

En Apocalipsis 5, 8 podemos leer lo siguiente que nos da una idea de cómo los santos y sus oraciones interceden por los hombres.

 

“5:8 Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;”

Apocalipsis 5, 8 (Biblia Reina Valera 1960)

 

En el texto anterior al igual que en Apocalipsis 8, 4 se habla de las oraciones de los santos, que tienen estos seres que están en el cielo, aunque los comentaristas bíblicos no se ponen de acuerdo sobre la identidad de los 24 ancianos, si sabemos que no son ángeles porque sabemos que los ángeles se encontraban alrededor de estos ancianos (Ap 5, 11 ; 7, 11) también podemos ver que estas oraciones no fueron dirigidas directamente a Dios, sino que son oraciones que tienen los seres que están en el cielo. El apologeta católico Dave Armstrong hace un comentario interesante al respecto de estos textos: “en los dos ejemplos anteriores, las criaturas, ya sean hombres o ángeles, están involucradas con nuestras oraciones como intermediarios, intercesores, lo que no se supone que suceda según la mayoría de las versiones de la teología protestante, donde toda la oración va directamente a Dios sin criaturas involucradas aparte del que reza la oración. ¿Qué están haciendo estas criaturas con "las oraciones de los santos"? (Artículo de Patheos: Santos muertos: ¿tocar arpas en las nubes o interceder?- Dave Armstrong)

 

Al respecto me gustaría citar también el comentario bíblico del teólogo protestante Russel Normam Champlin, en su Novo Testamento Interpretado Versículo por Versículo, quien al comentar 5, 8 admite que:

 

“4. La Iglesia que se halla en el cielo ora por la Iglesia que está en la tierra, es posible que sea una verdad por el hecho de que (los veinte cuatro ancianos) representan seres humanos (glorificados) pues entonan el himno de la redención. (…) 7: El mundo celestial (los habitantes del cielo-ángeles y justos de la gloria) se interesa por el estado del hombre, por la redención humana.” (Novo Testamento interpretado versículo por versículo - Russell Norman Champlin. Volumen 6. p. 456)

 

Así mismo en el capítulo 6 del libro de Apocalipsis leemos:

 

“6:9 Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían. 
6:10 Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?

Apocalipsis 6, 9-10 (Biblia Reina Valera 1960)

 

En el texto anterior podemos ver santos muertos, que fueron martirizados por la verdadera fe de Jesús, pidiéndole a Dios que vengue su sangre. ¡Aquí tenemos un ejemplo concreto de mártires cristianos fallecidos que suplican a Dios que actúe sobre la tierra!

 

Una cuestión interesante es que el pasaje nos dice que  las almas de estos mártires muertos gritan desde debajo del altar y sabemos por la historia del Cristianismo que desde los primeros tiempos, la Iglesia Católica colocó bajo el altar las reliquias de los mártires. El hecho de que las voces de los mártires provienen del altar, exactamente donde se encuentran las reliquias en las iglesias católicas, es una confirmación bíblica interesante de la práctica católica. De hecho pueden visitar cualquier templo católico y preguntarle al sacerdote si hay una reliquia de un mártir en el altar donde celebra la Eucaristía y este se lo confirmara.

 

Como he intentado demostrar hasta este momento, la intercesión de los santos se indica en Apocalipsis 5, 8 y 8, 3-4; 6, 9-10. Los santos en el cielo están vivos, podemos confirmarlo cuando se les llama “nube de testigos”, oran por nosotros (Ap 6, 9-10), y de ahí se deduce lógicamente que pueden escuchar nuestras peticiones de intercesión, al igual que los ángeles de la guarda (que muchos protestantes, como por ejemplo el teólogo H. Wayne House acepta. Ver: Respuestas a preguntas sobre ángeles y demonios). Es realmente bastante sencillo y sensato. Pero el protestantismo "cortó el cordón umbilical entre el cielo y la tierra".

 

Finalmente concluyo mi exposición con este punto.

 

LA INTERCESIÓN DE LOS SANTOS ES UNA PRACTICA JUDEO-CRISTIANA

 

Contrario a lo que muchos cristianos no católicos piensan, la intercesión de los santos no es solo una práctica cristiana católica, sino también judía, como lo demostrare a continuación.

 

La evidencia judía de antes y después de Cristo apoya la práctica de invocar la intercesión de los tzadikim fallecidos, justos o santos.

 

Independientemente de que los cristianos protestantes no acepten los 2 libros de los Macabeos como Sagrada Escritura, el Judaísmo si reconoce como parte de la historia a los Macabeos. Por eso es interesante tener presente lo que cuenta uno de sus 2 libros. Judas Macabeos tuvo un sueño "digno de crédito" (2 Mac 15, 11) que mostraba al sumo sacerdote fallecido Onías quien "suplicaba con las manos tendidas por toda la comunidad de los judíos." (2 Mac 15, 12), así como el profeta fallecido Jeremías haciendo lo mismo (2 Mac 15, 13-16). El Talmud también describe la práctica de visitar las tumbas de familiares fallecidos para invocar sus oraciones e intercesiones. Incluso hoy en día es común en el judaísmo jasídico, y algunas otras ramas del judaísmo, pedir la intercesión de tzadikim difuntos.

 

Podemos leer en la literatura judía del Talmud de babilonia, tratado Sotah 34 b lo siguiente que dice que Caleb fue a Hebrón para que pudiera pronunciar esta oración en las tumbas de los patriarcas:

 

“Raba dijo: Enseña que Caleb se mantuvo al margen del plan de los espías y fue y se postró sobre las tumbas de los patriarcas, diciéndoles: "Mis padres, oren en mi nombre para que pueda ser librado del plan de los espías". '. (En cuanto a Josué, Moisés ya había rezado en su nombre, como se dice: Y llamó Moisés a Oseas, hijo de Nun Josué, 17 [es decir], que Jah pueda salvarte [yoshi'aka] del plan de los espías.)” (Talmud de babilonia, tratado Sotah 34 b)

 

Y lo mismo encontramos en otras fuentes de la literatura judía. Por lo que debemos tener presente que la práctica de intercesión de los santos no es  de ninguna forma algo que va en contra de la Palabra de Dios, ya que vemos que hasta los Judíos la ponen en práctica. Por eso encontramos cantidad de comentarios patrísticos en los primeros siglos del Cristianismo referente a esta práctica como por ejemplo los siguientes.

 

San Clemente de Alejandría dijo en el siglo III lo siguiente:

 

“Entonces, él siempre es puro para la oración. También ora en la sociedad de los ángeles, ya que es de rango angélico, y nunca está fuera de su sagrada custodia; y aunque reza solo, tiene el coro de los santos que están con él.” (San Clemente de Alejandría, Stromata. Libro VII. Capítulo XII)

 

Lo anterior es similar a lo que explique es mis puntos anteriores, haciendo alusión a que en el cielo seremos como los ángeles. Del mismo modo Orígenes distingue el tipo de oración que se puede dar a Dios y la que se puede dar incluso a los hombres:

 

"Ahora súplica e intercesión y acción de gracias, no está fuera de lugar ofrecerla incluso a los hombres, los dos últimos, la intercesión y la acción de gracias, no solo a los hombres santos sino también a los demás. Pero la súplica a los santos, si algún Pablo o Pedro aparecen, para que nos beneficie haciéndonos dignos de obtener la autoridad que se les ha dado para perdonar los pecados, con esta adición de hecho que, incluso si un hombre no fuera un santo y nosotros lo hemos perjudicado, se nos permite que nos volvamos conscientes de nuestro pecado contra él para pedir incluso de ellos que nos extiendan el perdón a quienes lo hemos perjudicado.” (Orígenes, La oración, X)

 

De igual forma también habla a favor de la intercesión de los santos y ángeles haciendo referencia a los libros deuterocanónicos de Tobías y 2 Macabeos. (Orígenes, La oración, XI)

 

San Cipriano en el siglo III también nos enseña que:

 

"Recordemos el uno al otro en concordia y unanimidad. Permitámonos a ambos lados siempre orar el uno por el otro. Liberemos cargas y aflicciones por el amor mutuo, que si alguno de nosotros, por la rapidez de la condescendencia divina, se va por lo tanto primero, nuestro amor pueda continuar en la presencia del Señor, y nuestras oraciones por nuestros hermanos y hermanas no cesen en presencia de la misericordia del Padre. Te deseo, querida hermana, siempre un saludo de despedida" (San Cipriano. Carta 56)

 

La intercesión no cesa por la muerte, el amor mutuo trasciende y se mantiene en la presencia de Dios. Esto es precisamente la enseñanza católica. Finalmente, los arqueólogos han descubierto inscripciones de catacumbas que piden a los difuntos que oren por los vivos. Los primeros se encontraron en la tumba de Pedro y Pablo, uno de los cuales dice: "Petre et Paule sub / venite Prim [o] / peccatori", o "Pedro y Pablo: Ayuden a Primus, un pecador".

 

Según el Manual de Cambridge de epigrafía latina, el graffiti de catacumbas sirvió para muchos propósitos, incluyendo "oraciones a los santos por intercesión"(Manual de Cambridge de epigrafía latina - Alison E. Cooley. p. 239.)

 

Teniendo presente todas estos puntos que he explicado, creo que ya pueden tener una mejor comprensión de lo que es el dogma de la comunión de los santos y porque los cristianos católicos, ortodoxos y judíos la practicamos.

 

Podría continuar citando más textos patrísticos, pero creo que con estos son suficientes para demostrar que desde el principio la Iglesia enseñó que los cristianos que parten de este mundo pueden seguir intercediendo por la Iglesia que se encuentra en la tierra. Esta enseñanza, no solo está claramente presente en la vida y el pensamiento de los Cristianos Primitivos, sino que se ha mantenido notablemente constante a lo largo de veinte largos siglos en la Iglesia Católica, transmitiendo fielmente lo que ha recibido.

 

Espero que todos los que hayan leído hasta aquí puedan analizar todo lo expuesto en este artículo de manera de comprender mejor la enseñanza católica sobre la intercesión de los santos fundamentada en la Palabra de Dios y confirmada por el Cristianismo Primitivo.

 

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Técnicamente, la palabra "inspiración" no aparece en la Sagrada Escritura. El término que es traducido "inspiración" es theopneustos, pero "inspiración" no es la mejor traducción del mismo. "Insuflada por Dios" es la traducción literal, pero así solamente aparece en 2 Tim. 3,16. "Inspiración" es un término técnico en teología católica. Un libro inspirado es aquel del cual Dios es su autor principal. Las Sagradas Escrituras Apostólicas caen en esta categoría porque a pesar de que Dios las escribió mediante la acción humana, El eligió lo que dice finalmente. ¿La Tradición Apostólica es inspirada? Lo es en un sentido, pero en otro no lo es. Cuando Dios reveló inicialmente sus doctrinas a los apóstoles determinó la forma en la cual esas enseñanzas vinieron a ellos, de manera que la entrega original fue inspirada. Pero Dios no señaló directamente la manera en que los apóstoles expresarían esas enseñanzas a otros. Los apóstoles podían expresar una doctrina individual de Dios en variedad de formas. Así que mientras la entrega original de la Tradición Apostólica fue inspirada, las palabras con las cuales han llegado a nosotros no lo son.

 

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